Alejandro Amenábar le lanzó a la fama en "Abre los ojos" (1997) y desde entonces ha participado en 24 películas y ocho teleseries (dos aún inéditas). El actor Tristán Ulloa (Órleans-Francia, 1970) actuará mañana (20.15 horas) en el Palacio Valdés de Avilés en la obra "Tierra del fuego" metiéndose en la piel de Illán, marido de una mujer israelí que 22 años después de haber sido víctima de un ataque terrorista quiere conocer a quien quiso quitarle la vida.

-Repite como esposo en la ficción de Alicia Borrachero, con la que ya estuvo "casado" hace unos meses en la teleserie "La embajada". ¿Qué tal funciona este matrimonio artístico?

-Nunca habíamos trabajado juntos y la verdad es que nos cogimos con ganas. (Risas).

-¿Qué papel desempeña su personaje en la trama de "Tierra del fuego"?

-Interpreto al marido de Yael, la protagonista, un israelí de izquierdas que empatiza con la causa palestina. ¡Ya ve qué rareza! Se trata de una persona que, precisamente por su visión de los palestinos, se siente sola, aislada. Quiere a sus hijos y a su mujer, su familia lo es todo. Y en el momento de poner en la balanza la cuestión política y la familiar entra en dudas y se acaba decantando por los suyos y acaba por renunciar a sus ideales.

-¿Qué fue lo que le resultó más complejo de interiorizar de la obra?

-El hecho de tener que vencer las convicciones para colocar por delante las necesidades inmediatas; entender que, cuando peligra lo nuestro, ¡que le den por el culo a los ideales!

-¿Cuál es el mensaje que transmite la obra?

-Habla de la capacidad de diálogo y de perdón como medios para superar conflictos.

-¿Por qué una persona querría conocer a quien la quiso matar 22 años después?

-Es por la necesidad de saber, de saber por qué. Todas las partes de un conflicto, en el caso de la obra el que enfrenta a israelíes y palestinos, tienen sus razones para actuar como lo hacen, aunque sean contrapuestas. Pero, por encima de esas verdades, trasciende otra: si nos seguimos matando no va a quedar nadie para hablar.

-Se antoja fácil extrapolar el texto a España, donde hasta fechas bien recientes la violencia terrorista formaba parte del día a día.

-Me consta que entre el público se han producido fuertes emociones. Por las butacas del teatro han pasado desde el embajador de Israel en España a un exetarra, miembros de la asociación de víctimas del terrorismo, Pilar Zabala (hermana de una víctima de los GAL) y víctimas del 11-M. El conflicto con el que está vinculado cada cual es lo de menos; la empatía con lo que se cuenta en el escenario resulta total y el resultado es tremendo, ellos mismos aseguran que les resulta catárquico.

-Esta obra podría ser perfecta candidata a ser vista por televisión para llegar a más público, pero como la tele no programa ahora teatro...

-El teatro es lo que tiene: es efímero. No la veremos en televisión, claro, pero había una intención original de la productora de llevarla de gira por institutos.

-¿Y estaría usted dispuesto a participar de ese proyecto que jamás sería rentable?

-Sí, sin duda. La promoción del teatro en los institutos es algo de lo que deberían ocuparse otras instituciones, pero si no queda más remedio...