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Un camino entre pucheros

La heredera de la güela Josefa

Llámpares al ajillo y merluza en salsa de oricios son dos de las especialidades de Vanessa Fresno, al frente del bar La Casona de Rales, en Villaviciosa

Llámpares al ajillo, y merluza en salsa de oricios, con pan y sidra.

Villaviciosa es un concejo que una vez que se recorre se siente que siempre queda algo nuevo por descubrir. Y es que, además de su costa, sus playas y su ría, en su interior cuenta con pueblinos y rincones singulares para descansar el ánimo y alegrar la vista, cuando no es el caso también del paladar, tanto gracias a su paisaje como a algunos locales entrañables donde se sirven platos hechos con amor, con buen producto y con ilusión. Ése es el caso de Vanessa Fresno Rodiz, quien desde el pasado mes de febrero está al frente de los fogones de una casa de comidas con mucho encanto y estupendas vistas a la ría: el bar restaurante La Casona de Rales, en el pueblo del mismo nombre.

A Rales se llega por una de esas preciosas carreterinas asturianas en suave y continuado ascenso, con sus curvas y pasos, que tiene buen asfalto y no cuenta con mucho tránsito. A uno y otro lado de la ventanilla surgen pueblinos, iglesias, ganado pastando en los prados, bosques y, ya en el horizonte aunque un tanto lejano, la fina línea que separa el mar de la tierra. En Rales hay que entrar en dirección a la capilla y al fondo ya se ve el alojamiento turístico La Casona de Rales, al frente de cuya casa de comidas está esta mujer, que ya desde niña, y como ella confiesa, era una enamorada de la cocina.

"Siempre me encantó cocinar, de toda la vida. Recuerdo que a los siete u ocho años ya tenía yo una libretina donde iba apuntando las recetas que veía hacer a mi güela Josefa, que era una gran cocinera. Allí me tenía ayudándola. Fue quien hizo nacer en mí este amor por la cocina que hoy se ha convertido en mi profesión", señala Vanessa mientras camina por el precioso comedor de su establecimiento, guapo tanto por la calidez de su decoración como por el impresionante paisaje que se puede contemplar desde su gran ventanal.

No hay menú y lo que sirve va variando, sobre todo llegado el fin de semana. Entre algunas de sus especialidades están les llámpares al ajillo, el bacalao, la merluza en salsa de oricios o su famoso filete al queso. En esta entrañable casa de comidas también se pueden comer una buena tabla de embutidos, canutillos de cecina con membrillo y nueces, croquetas de jamón, la ensalada La Casona, que lleva, entre otros ingredientes, setas y taquinos de queso; patatas tres salsas, entrecot de ternera asturiana acompañado de patatas y pimientos del piquillo, cachopo de cecina y queso de cabra o carne guisada con guisantes. En cuanto a postres, citar les casadielles y la tarta de queso.

También prepara, por encargo y para un mínimo de veinte personas, diversos potajes, entre los que destacan el pote asturiano y la fabada; cordero a la estaca, paellas de todo tipo a gusto de los clientes, así como diversas clases de carnes de caza.

Y todo ello en Rales, un pueblo muy guapo y no muy conocido por aquellos a los que les gusta perderse por rincones singulares, y ahora con la suerte de contar con la simpatía y la buena mano de Vanessa Fresno al frente de una casa de comidas afayadiza y que invita, sin duda, a largas sobremesas. Con capacidad para unos veinticinco comensales, el fin de semana es necesario reservar en el 672734687. Cierra los miércoles por descanso.

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