La OSPA presentó ayer, junto al maestro Rossen Milanov, su nueva temporada en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, con un programa inspirado en el que probablemente sea el compositor más emblemático del siglo XIX en Rusia, Chaikovsky. Se incluyó también "Pasión furtiva", una obra de la compositora madrileña Consuelo Díez, estrenada en 1997. La razón de incluirla es porque la orquesta quiso homenajear el centenario de Miguel de Cervantes, a quien está dedicada esta obra.

El concierto de ayer comenzó precisamente por "Pasión furtiva" que, sin ser un estreno absoluto, sí es la primera vez que se programa en el ciclo de la OSPA.

En una conversación previa al concierto, Consuelo Díez comentó a LA NUEVA ESPAÑA que su intención fue recrear tres episodios de la vida del autor español."Viaje del Parnaso", es el primer movimiento, muy potente en cuanto a sonoridad. Le sigue "Laberinto de amor", en el que primó el factor tímbrico, y finalmente "La guarda silenciosa", inspirado en un ritmo hispano, en alusión a su última etapa es España.

La propia compositora estuvo ayer en el Auditorio, y fue recibida con un caluroso aplauso cuando salió a saludar después de que la orquesta interpretara su obra. Tras ello, parte del público reconocía que no había disfrutado especialmente con esta nueva obra, quizá por su lenguaje contemporáneo que rehuye las convenciones a las que está sujeta la música tonal.

El clímax de la jornada de ayer llegó cuando apareció sobre el escenario la pianista Natasha Paremski, que interpretó de memoria el Concierto nº 1 de Chaikovsky de forma muy enérgica; toda una exhibición de virtuosismo. Demostró que tiene una concepción realmente sólida de esta obra, muy personal, y una técnica impecable. Había mucha expectación entre los asistentes por escucharla, bien porque se trataba de uno de los conciertos señeros del repertorio pianístico, o porque era la primera vez que Paremski actuaba en Oviedo. La pianista ruso-americana interpretó como propina una mazurca de Chopin.

Programar una de las obras más emblemáticas de Chaikovsky, como lo es su Sinfonía nº 6, es siempre una apuesta acertada, que asegura una buena respuesta del público, y ayer quedó demostrado una vez más cuando el público prorrumpió en aplausos tras el tercer movimiento.

La OSPA hizo gala de una extremada sensibilidad a la hora de mostrar el dramatismo inherente a esta partitura. El maestro Milanov, que prescindió en la segunda parte de la partitura, realizó junto a la OSPA una interpretación llena de matices, prestando gran atención al contraste entre los momentos más brillantes de la partitura y los más intimistas, símbolos de la angustia que inquietaba a Chaikovsky ante la proximidad de su fatal destino. Como anécdota, el ayudante de concertino tuvo que ausentarse en el transcurso del tercer movimiento de la sinfonía.