La diplomática mexicana Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva desde el pasado julio de la convención marco de Naciones Unidas sobre el cambio climático, premio "Princesa de Asturias" de Cooperación Internacional junto con el Acuerdo de París, llegó a primera hora de la mañana de ayer a Oviedo. Su primer acto público fue en la Facultad de Economía y Empresa, donde impartió la conferencia "El acuerdo de París. Una agenda para la transformación". Llegó acompañada por el decano, Julio Tascón y la vicerrectora de Acción Transversal, Eugenia Suárez Serrano. Se sentó en la mesa presidencial del Aula Magna junto al profesor José Alba, casi sin hacer ruido, como si fuera una más entre el público. Se la veía menuda, sonriente y agradecida. Tomó algunas notas en un cuaderno minúsculo y siguió con atención las valoraciones que los responsables universitarios realizaron sobre el cambio climático, que Alba definió como "desafío global", "tema recurrente" y "difícil de abordar", cuestiones que Espinosa accedió después a analizar con LA NUEVA ESPAÑA.

-¿Cuántas víctimas humanas se ha cobrado ya el cambio climático?

-En este momento hay más víctimas derivadas del cambio climático que de muchos conflictos y guerras civiles en el mundo. En Europa se puede entender de forma mucho más clara pues una buena parte de la migración que está llegando estos últimos meses está vinculada también a efectos del cambio climático. En el fondo existe toda una agenda interrelacionada porque el cambio climático lleva a grandes hambrunas derivadas de sequías y a la degradación de suelos, con una inestabilidad social que repercute en una búsqueda de nuevas salidas para la población.

-Dice que hay 44 islas en todo el planeta en riesgo de desaparecer.

-Así es. Algunas podrían desaparecer completamente, otras quedarían reducidas a territorios muy pequeños y otras, como las Seychelles, perderían dos terceras partes de su territorio habitable. Pero la percepción del problema es muy distinta. No tenemos ese sentido de urgencia pese a que está en riesgo nuestra superviviencia. Para los países insulares sí hay una situación crítica. Son, además, los que están más expuestos a fenómenos hidrometeorológicos (huracanes y tifones) que tanta devastación y pérdida de vidas humanas provocan.

-¿En el Caribe y América Latina existe más sensibilidad por su exposición permanente a ese tipo de fenómenos?

-Así es. México es un país muy vulnerable pero dentro de esa vulnerabilidad tiene muchas posibilidades de movilizar recursos y voluntades para evitar, al menos, la pérdida de vidas humanas. Pero hay otros países como Haití con la situación dramática que están viviendo donde, a la pérdida de vidas humanas, se suma la devastación del territorio y eso complica el desarrollo futuro del país.

-¿Hace falta un pacto global por el agua?

-Sin duda. Es otro de los recursos fundamentales en la lucha contra el cambio climático y uno de los sectores donde más hay que seguir trabajando.

-Los ecólogos hablan de un calentamiento global imparable y apocalíptico, ¿coincide la predicción de Naciones Unidas?

-Nuestras acciones y procedimiento deben fundamentarse en los conocimientos científicos. Hay que ser realistas, no se puede tapar el sol con un dedo. Sin embargo, nuestra diferente perspectiva tiene que ver más con la reacción ante esa realidad. Los científicos no son personas abocadas a buscar las soluciones a esa problemática que ellos identifican. A veces sí dan orientaciones; el IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático) ha sido la base científica fundamental en este proceso y ha dado orientación pero, en el fondo, las acciones posteriores tienen que apegarse a la realidad de cada país y cada sociedad y deben ser planes y programas muy concretos.

-¿Se hace más caso a la ONU que a los científicos?

-No, yo creo que el papel de la ONU y de los científicos es distinto. La ONU alimenta sus procesos y objetivos de las predicciones y evaluaciones científicas.

-El Ártico se derrite, ¿sí o no?

-Esa es una realidad muy bien documentada por los científicos. Los niveles en el mar están subiendo y vamos a tener zonas donde habrá personas que tendrán que ser reubicadas.

-¿Hay que comenzar ya esos movimientos de población?

-Exacto. Muchos países tienen sus mapas de riesgo y ya están tratando de ayudar a la gente a reubicarse pero ahí influye una componente social. En mi país, en México, hay gente que está en lugares que se inundan con frecuencia y tienen mucha resistencia a cambiar su domicilio porque ha hecho su vida ahí y les resulta muy difícil entender que mejor no vuelven a poner su casa ahí porque igual se la va a llevar el río.

-¿Hay voluntad política por parte de los gobiernos en la lucha contra el cambio climático después del acuerdo de París

-Hay preocupación y conciencia de que se trata de un reto enorme. Yo lo veo así. Fue decir que íbamos a hacerlo y automáticamente la voluntad política se traduce en acciones. Se trata de un proceso complejo y de largo plazo pero también está influyendo en una gran movilización de la sociedad civil en la lucha contra el cambio climático.

-Por parte de la sociedad civil, ¿qué acciones se están tomando?

-La sociedad civil es un actor fundamental en esta lucha. En ella tenemos grupos de todo tipo, por ejemplo pueblos indígenas que están trabajando para que sus derechos sean respetados y que, al mismo tiempo, ellos puedan integrarse en esta lucha contra el cambio climático porque muchos son particularmente vulnerables.

-Los glaciólogos sostienen que podría comenzar una nueva edad de hielo en cualquier momento.

-Lo que los científicos han hablado hasta ahora es de calentamiento, no de volver hacia atrás y de lo que se trata ahora es de lograr un equilibrio para que en la segunda mitad del siglo las emisiones que se produzcan puedan ser naturalmente absorbidas por nuestro entorno y que estos gases no siguen provocando un calentamiento mayor de la atmósfera.

-Una de las metas obligatorias derivada del Acuerdo de París pasa por que el aumento de la temperatura media en la Tierra se quede a final de siglo muy por debajo de los dos grados respecto a los niveles preindustriales e incluso intentar dejarlo en 1,5. ¿Demasiado ambicioso?

-Sí, pero se trata de objetivos necesarios. Es importante tener claro hasta dónde tenemos que llegar para garantizar que vamos a tener mínimamente controlado el problema y que no se va a seguir empeorando. Sin duda podemos decir que es un objetivo ambicioso pero cada vez hay más señales que nos permiten ser optimistas y que vamos a lograrlo.