Es para mí un privilegio y un honor dar las gracias y la bienvenida a Asturias a nuestros galardonados y también a todos los que, llegados desde muy diversas partes, nos acompañan esta tarde.

Quiero agradecer Vuestra presencia, Majestades, y recordar con afecto a la Princesa de Asturias, nuestra Presidenta de Honor. Asimismo, me gustaría dar las gracias a S.M. la Reina Doña Sofía, que un año más nos acompaña en esta ceremonia. Su presencia es para nosotros emotiva y muy grata, Señora. Sabéis bien, Majestades, que siempre hemos agradecido y valorado el decisivo apoyo y el impulso que recibimos de la Corona, que hoy de nuevo quiero destacar especialmente.

Nuestra Fundación, la Fundación Princesa de Asturias, trabaja todo el año con ilusión y con empeño para que esta sea una celebración auténtica, una ceremonia de la cultura y de la solidaridad, y para que los galardonados sean reconocidos y realzados como merecen.

Nuestro premiado de las Letras, Richard Ford, ha dejado dicho que la literatura sirve, entre otras cosas, para plantar semillas de optimismo y demostrar que la vida vale la pena. Este mensaje resume, muy acertadamente, la tarea de nuestra Fundación. Es una buena forma de decirlo: queremos que nuestro quehacer, al poner el foco sobre las mejores trayectorias profesionales y las iniciativas y proyectos más solidarios, sirva para dar una nueva ilusión a nuestra sociedad. Y porque sabemos que, ciertamente, en el mundo quedan muchas cosas por hacer, nos gustaría ser capaces de transmitir un sentimiento positivo y de confianza en el futuro. Esta visión esperanzada se basa en los ejemplos que nos proporcionan nuestros galardonados, en la esforzada y brillante forma en que trabajan por el progreso, el entendimiento y el bienestar de los seres humanos y que constituye un motivo de emulación y estímulo para todos