Un sistema más económico que facilita una rápida intervención con los niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Éste es el último logro alcanzado por el grupo de investigación ADIR (Aprendizaje Escolar, Dificultades y Rendimiento Académico) de la Universidad de Oviedo, vinculado a la Facultad de Psicología, y que inició el catedrático Luis Álvarez. Su modelo de diagnóstico redundará en una mejor intervención y tratamiento de los niños afectados por esta patología cuyos síntomas nucleares son la falta de atención, o hiperactividad e impulsividad, con algunos casos de una presentación combinada de ambos que repercute en el rendimiento escolar de los niños y adolescentes que lo padecen.

El estudio, que acaba de ser publicado en la revista "Frontiers in Psychology", contó con la participación de 499 escolares con edades entre los 6 y los 14 años. La mitad de ellos (256) presentaba un diagnóstico clínico de TDAH y la otra mitad (243), no. Los resultados obtenidos han permitido definir un nuevo modelo de evaluación diagnóstica "más fiable y objetivo", según los investigadores. También difieren las técnicas, más baratas y breves que la resonancia magnética y escáner que se utilizaban hasta ahora.

La evaluación en los niños se llevó a cabo en apenas media hora con el estudio desarrollado por la Universidad de Oviedo. Se les expuso a tareas monótonas durante 20 minutos para medir a través de un electroencefalograma si sus niveles de activación cerebral eran los adecuados. Esto permitía analizar la oxigenación o fluidez sanguínea y las ondas beta y zeta del cerebro. El estudio reveló diferencias a la hora de ejecutar tareas en los estudiantes con y sin el trastorno de déficit de atención. Los niños con TDAH presentan unos niveles más bajos de activación cerebral que se refleja en una ejecución de las tareas "más pobre y con menos rendimiento", subrayó Celestino Rodríguez, uno de los miembros del equipo. "No sólo hay que saber si el niño se concentra bien y hace bien las tareas, hay que conocer además si tiene capacidad para hacerlo (activación cerebral) para descartar que las dificultades sean motivadas por problemas de conducta o desmotivación", continuó Rodríguez. El TDAH presenta una sintomatología clínica asociada a un modelo de baja activación cortical que dificulta la realización de tareas exigentes. Así, los alumnos con esta patología tienen una fluidez sanguínea en el córtex prefrontal más baja que los que no padecen este trastorno. Además, dentro del grupo con TDAH, presentan diferencias aquellos que sufren déficit de atención y los que presentan hiperactividad o impulsividad. "Nos encontraríamos con categorías diagnósticas diferentes, con déficits diferentes, lo que resulta muy importante a la hora de decidir la intervención y el tratamiento", subraya Celestino Rodríguez.

En base a los resultados obtenidos, se corrobora la tesis más actual de que en lugar de subtipos en el TDAH, se estaría ante categorías diagnósticas diferenciadas. Con los resultados de la investigación desarrollada por la Universidad de Oviedo se podría plantear una evaluación diagnóstica que definen como más "fiable, económica y objetiva", afirman los autores de la investigación, lo que redundaría en una mayor eficacia de la intervención y tratamiento posterior.