La temporada de caza se encuentra en pleno auge y la casa se pone a tono para rendir homenaje a una actividad que inspira la nueva decoración otoñal, con un toque salvaje y audaz. Los estampados que imitan las pieles de los felinos de las praderas cubren los suelos, tapizan los sofás, sillas y butacones y visten las pantallas de las lámparas de pie, que parecen sacadas de "Memorias de África".
Parece que todo está listo para un safari en las estancias, que cambian de apariencia sólo con poner una alfombra con estampados de cebra o colocar una manta de falso leopardo sobre el sofá. Las bandejas, cuadros y pinturas murales para la pared se contagian de esta fiebre "selvática", que llega a los cabeceros de las camas e incluso a los dormitorios infantiles, muy del estilo "El libro de la selva" en versión siglo XXI.
El origen de esta tendencia se encuentra en los años 60 del siglo XX. Lo normal era utilizar pieles auténticas. Hoy los tiempos han cambiado; entre otras cosas, muchas de las pieles empleadas pertenecen a especies protegidas. No pasa nada. Existen cuidadas imitaciones que utilizan colores que parecen auténticos.
Si lo que se persigue es dar unas pinceladas de "animal print" a los espacios, basta con cambiar los cojines, eso siempre que la tapicería de los sofás no sea demasiado recargada. La sobredecoración está de moda, sólo si se hace muy bien y utilizando piezas de mucha calidad, lo contrario puede arrojar un resultado poco apetecible. Un papel pintado en tonos arenas y visones es un buen aliado de las piezas importantes y tapizados, que lucen en todo su esplendor con estos fondos neutros. Por fortuna, en ningún caso resulta admisible una cabeza disecada.
