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Un camino entre pucheros

Comida entre pegollos y colondras

Adelina Luengo rinde homenaje al hórreo en su bar, El Manantial, en Proaza, donde sirve algunas de sus especialidades, como el cabrito y el jabalí guisados

Adelina Luengo Fernández y su madre, Josefina Fernández Osorio, sentadas en la terraza de su local. ANA PAZ PAREDES

Si algo distingue a Adelina Luengo Fernández, además de la buena mano con la cocina, es su cercanía y la pasión que pone en cuanto hace. Tanto para ella como para su madre, Josefina Fernández Osorio, la querencia por la tierra y el orgullo de mostrar lo que siempre ha formado parte de los pueblos de Asturias se hace visible en el local que la primera dirige desde septiembre de 2014, el bar El Manantial, en Proaza, un edificio de paredes amarillas que tanto por dentro como por fuera muestra la piel y los huesos de una de las construcciones etnográficas más representativas de Asturias: un hórreo.

"Por el año 1987 compramos esta finca e hicimos el bar restaurante. El nombre se debe al manantial que se encontró en la finca cuando se estaba cimentando. Durante años he sido yo la cocinera, luego se alquiló el local y finalmente dos de mis hijas, Adelina y María José, decidieron retomar el negocio y se decoró con parte de un viejo hórreo de la zona que había caído y me regalaron. Finalmente fue Adelina la que continuó al frente del mismo", señala su madre con orgullo, al tiempo la mejor maestra para su hija ante los fogones.

Dentro del local es fácil reconocer dos pegollos, mientras que otras partes del hórreo como la madera de las colondras o un trozo de la puerta lucen en la pared, sobre la chimenea, que llegado el mal tiempo calienta y ambienta el comedor, dotando a este bar entrañable y de buena cocina tradicional de la autenticidad de sus dueños. También parte de las mesas exteriores y bancadas están realizadas con madera de dicho hórreo.

Adelina Luengo es una enamorada de la hostelería y de la cocina, y afirma que además de los saberes tradicionales y de elaborar platos propios de la cocina asturiana también aporta de vez en cuando su granito de arena con algunas elaboraciones más originales que a nadie dejan indiferente. En El Manantial hay un menú de lunes a viernes donde se puede elegir entre dos primeros, dos segundos y postres por nueve euros, incluido el café. Llegado el fin de semana, por ser especial y con platos diferentes y más elaborados, el menú es a 17 euros.

Entre las especialidades están los callos, la carne guisada, el cabrito y el jabalí guisados, el cachopo especial de ternera con manzana y queso La Peral, además del tradicional y el de cecina y queso de cabra. También hay pote de berzas, fabada asturiana o unas buenas croquetas de atún o de jamón. Otras elaboraciones de Adelina son cachopo de setas con salsa de cabrales, carrillera ibérica al oporto, fabas con almejas o pastel de jabalí. Hay tortos, tablas de queso y embutidos, sartenes como la de setas, gulas y gambas o la de huevos, patatas y picadillo, y postres como la tarta de queso, el arroz con leche o mousse de limón.

La capacidad en este entrañable bar-hórreo es de unos cuarenta comensales. No cierra nunca. Llegado el fin de semana es conveniente reservar en el número 984182951. Hay sitio para aparcar en la propia carretera.

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