Si hay un ámbito donde la racionalidad debiera imponerse y erradicarse la diferencia entre hombres y mujeres, ése debería ser el de la investigación científica. Pues no. A la hora de contratar en este ámbito, y ante currículums iguales, los hombres tienen más oportunidades de llevarse el empleo. Y además con mejor sueldo.

Esta fue una de las situaciones lacerantes que ayer expusieron cuatro mujeres universitarias e investigadoras, que debatieron en el Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo y en el marco de la "Semana de la Ciencia y Tecnología". Exponiendo su visión estaban en el estrado las profesoras e investigadoras Pilar López Sancho, Miriam Cueto Pérez, Ángeles Gómez Borrego e Isabel Carrera Suárez. Como moderadora actuaba Mercedes Díaz Somoano.

El número de estudiantes universitarias crece cada año en España. Desde 1986, las mujeres son mayoría en las facultades. Pero, pese a estos datos, continúa habiendo una brecha de género en las titulaciones técnicas. Una brecha que luego se proyecta al mercado de trabajo: cuanto mayor es el rango jerárquico del puesto menos mujeres. "Los problemas no hay que esconderlos. Hay que visibilizarlos", reivindicó Miriam Cueto, del departamento de Derecho Público de la Universidad de Oviedo. "No hay ninguna razón material para que se produzca este sesgo", insistió, por mucho que algún estudio se haya empeñado en intentar demostrar que las mujeres tienen menos predisposición para estudiar determinadas materias. Para Cueto, el sesgo es cultural, social y, sobre todo, educativo. "En este país, en 1900, había un 71% de mujeres analfabetas. Y eso nos hace partir de un punto diferente al otro género", explicó. Que "la mochila pesa más" o que el "techo de cristal" todavía no se ha logrado superar son dos frases hechas que salieron a colación.

Y ese techo de cristal es aún más resistente y limitador en trabajos que exigen "intensidad y dedicación", recalcó Cueto. Es lo que ocurre en la Ciencia. "Es un tema también de reparto de tiempo. Nos podemos dejar la piel pero, el día tiene 24 horas y nosotras seguimos asumiendo más cargas ajenas a nuestras carreras", afirmó la jurista. Cargadas con trabajo doméstico o familiar que no asumen sus parejas, las carreras científicas se resienten. Van menos ligeras de equipaje familiar que sus parejas.

Pilar López, doctora en Ciencias Físicas y profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), explica la situación con un ejemplo. Hace años no se relacionaba el tabaco con el cáncer de pulmón. Todo el mundo conocía a aquella persona que fumaba muchísimo pero estaba físicamente perfecta, o a aquella persona "sanísima" que tenía un tumor. Hasta que salieron las estadísticas y se vio que, efectivamente, una cosa traía la otra. Pues en Europa, las estadísticas sobre la brecha de género en la actividad científica no llegaron hasta 1999. Y cuando afloraron los datos se demostró que sí, que existía. Incluso después, ya en los 2000, con mucha más conciencia sobre el tema, la situación no cambió mucho. Del año 2001 a 2016 sólo 19 mujeres habían sido galardonadas con el premio "Nobel". En otros galardones, como los "Rey Jaime I" o los premios "Princesa de Asturias", ocurre lo mismo. Ellas ganan poco y, cuando lo hacen, no suele ser en las categorías de ciencias. "Dicen que el tiempo lo arregla todo, pero está visto que no", sentencia López. Y lo demostró esgrimiendo estudios aún más desoladores, que demostraban que se contrata más y por más dinero a hombres que a mujeres con los mismos méritos académicos.

Ángeles Gómez, geóloga por la Universidad Complutense de Madrid y doctorada en el Instituto Nacional del Carbón (INCAR-CSIC) en Oviedo, considera que la ciencia no tiene género y que los motivos por los que suelen ser ellos los científicos reconocidos no están basados en el sexo. Isabel Carrera, catedrática de Filología Inglesa en la Universidad de Oviedo, cuando le preguntaron si la ciencia tiene género, contradijo lo que habían dicho sus compañeras: la ciencia sí tiene género, a su juicio. "Por ciencia entiendo lo que produce conocimiento", indicó. "Creo que es una obviedad que la ciencia no tiene género en sí misma, pero el género tiene una construcción social", matizó. Lo bueno que tienen las construcciones sociales, es que se pueden cambiar. Así que Carrera resaltó que todavía puede hacerse mucha investigación con perspectiva de género. Y, de hecho, la Comisión Europea está fomentando que se aborde esta perspectiva después de comprobar que muy pocos proyectos de I+D+i mencionaban el tema, incluso cuando era absolutamente relevante para los problemas que estaban tratando de resolver.

Varios asistentes incorporaron más temas al debate, como el sistema de cuotas, que aún se ve con cierta carga negativa por las propias mujeres porque la sociedad, puede verlas como algo negativo. Como que llegan al puesto con ayuda. "En Derecho se dice que no hay nada más desigual que tratar igual al que no es igual", añadió Cueto. Sin olvidar el principio de mérito y capacidad.

Entre el público una médica, que recalcó que la cuota femenina era "una cuestión de democracia", afirmó que la ciencia "no era para nada neutra" y explicó el caso del infarto de miocardio, que se había investigado sin mujeres para proteger su maternidad. Y otro asistente, un hombre, llegó a la conclusión de que, al final, "todo se trata de poder". Miriam Cueto añadió que ojalá en el futuro no haga falta que se sigan haciendo estos debates. Que la ciencia sea, también en esto, racional.