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Redes sociales: nada es verdad ni es mentira

Los jóvenes de EE UU ya no diferencian las noticias de las intoxicaciones, y el algoritmo de Facebook privilegia la difusión de trolas

Mark Zuckerberg, dueño y señor de Facebook, Instagram y WhatsApp, quiere quitarse de encima el muerto de las noticias falsas favorables a Trump difundidas a través de sus redes sociales durante la campaña electoral que llevó al señor naranja a la casa blanca. Asegura que va a declarar la guerra a los bulos, sin especificar cómo identificará a los mentirosos y añade que es una idea "muy descabellada" imputarle una victoria de Trump a ese ventilador digital de trolas y egomanías que inventó.

Zeynep Tufekci, profesora adjunta en la Escuela de Ciencias de la Información de la Universidad de Carolina del Norte y columnista de opinión en "The New York Times", refuta estas declaraciones del propietario de millones de vidas privadas. Tufekci explica que cuando Zuckerberg dice que su empresa tiene poco efecto en lo que la gente decide, y cuando rechaza que esté haciendo un daño a la democracia estadounidense y al mundo, en realidad está contradiciendo los estudios de Facebook.

Tanto en 2010 como en 2012, en estudios con millones de usuario, Facebook constató que la gente recibe de manera extraordinaria la influencia de sus pares (lo que comparten sus amigos) y de las redes sociales. Es humano: tenemos tendencia a agruparnos con gente que piensa como nosotros. Y Facebook da prioridad a actualizaciones que reafirmen nuestros gustos. La profesora Tufekci explica que esta red social, en junio pasado, cuando se abría la temporada electoral en EE UU, modificó su algoritmo "para restar importancia a las publicaciones de medios de noticias y para aumentar las actualizaciones que compartían amigos y familiares". Además, revela que "la empresa despidió hace poco a los editores responsables de erradicar las noticias falsas de su sección de tendencias". Para rematar, esta experta en medios añade que la red social de Zuckerberg no marca de ninguna manera los periódicos reales de los inventados. La sentencia de Tufekci es demoledora: "Facebook podría argumentar que es neutral, pero esta es una postura falsa y peligrosa. El modelo de negocio, los algoritmos y las políticas de empresa afianzan cámaras de resonancia y generan que se difundan desinformación".

Pero hay más. El problema no está sólo en la maquina, en un algoritmo que aspira a triturar el sagrado compromiso con la verdad que tratan de sostener cada día cientos de periódicos por todo el mundo. Algo está pasando también en los usuarios. Un reciente estudio de la Universidad de Standford hecho entre 7.804 estudiantes de secundaria y universitarios acaba de desvelar que el 82% de ellos tienen serias dificultades para diferenciar contenidos informativos auténticos aparecidos en Twitter de otros patrocinados por empresas. Ya no saben qué es verdad y qué es mentira; qué es noticia y qué intoxicación interesada. En realidad, no le dan en absoluto importancia a eso. Dos tercios de los alumnos de secundaria dieron por información objetiva un tuit que enlazaba un escrito de un ejecutivo de un banco argumentando que los jóvenes necesitaban más asesoramiento financiero. El 40% dio por auténtica una foto con margaritas aplastadas por supuestos efectos del desastre nuclear de Fukushima. La foto no tenía ni etiqueta de origen o ubicación. Si el contenido incluía una foto grande y bastantes detalles, aquello era verdad. Terrible.

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