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Hugo Carrio, el asturiano que educa en la música a miles de niños de América

Gijonés de 38 años, dirige en Perú un programa de transformación social para jóvenes en situación de riesgo con el que ya triunfó en Venezuela

Hugo Carrio dirige a sus músicos en presencia del presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski.

Hugo Carrio tiene alma de explorador. Este músico gijonés, de 38 años, lleva una década abriéndose camino en los escenarios latinoamericanos, primero en Venezuela, donde trabajó en el Sistema Nacional de Orquestas infantiles y juveniles, y desde febrero en el Perú, a donde llegó para asumir la dirección artística nacional de la Orquesta Sinfónica Prejuvenil "Sinfonía por el Perú".

Ambas iniciativas tienen un objetivo común: profundizar en la educación en valores de los niños y adolescentes a través de la música. "En esencia, es un programa de transformación social a través de la música", explica Carrio desde Lima en conversación telefónica con LA NUEVA ESPAÑA.

Su incorporación al programa, revela, se concretó a raíz de una llamada de Juan Diego Flórez, presidente de "Sinfonía por el Perú", en diciembre del año pasado. "Yo había concluido mi trabajo en Venezuela en 2014, y durante algo más de un año me instalé en Santander donde dirigía, y aún dirijo, la Orquesta Juvenil 'Ataulfo Argenta'. No conocía a Juan Diego, pero por esas fechas se quedó sin director artístico, le hablaron de mí y me llamó. Nos conocimos poco después y tras hablar con él no dudé en aceptar, porque es un proyecto genial", relata Carrio.

El programa es además muy ambicioso. En la actualidad, "Sinfonía por el Perú" gestiona quince centros de formación y prevención en otros tantos núcleos del país, en los que trabajan con más de 6.000 niños. "Trabajamos con todo tipo de familias, pero fundamentalmente con aquellas en situaciones de riesgo, que viven en barrios deprimidos y no tienen las condiciones sociales más idóneas para crecer. Hablamos de entornos marcados por la delincuencia, las drogas y la falta de recursos", expone.

Para lograr atraer a los críos, "Sinfonía por el Perú" les proporciona todos los medios a su alcance. "Aceptamos niños a partir de cinco años, y aquí todo es gratuito. Se inscriben en el centro de su núcleo, empiezan en el coro y después ya les dan un instrumento, que ellos mismos escogen o que se les sugiere. Y del coro pasan a la orquesta", afirma Carrio.

Aparte de las orquestas de cada núcleo, "Sinfonía por el Perú" tiene una orquesta prejuvenil de ámbito nacional, una especie de selección de los mejores niños del país, que dirige Carrio en persona. "Es un reto. Cuando llegué eran 45 niños, ahora somos más de 150 y vamos a llegar a los 200 antes de finales de año", sostiene Carrio. Esta orquesta prejuvenil ha actuado hace dos semanas ante el presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski, quien ha comprometido una ayuda gubernamental para el programa. Pero además, bajo la tutela de Hugo Carrio, los niños también han tenido la oportunidad de participar en festivales internacionales como el de Lucerna, en el que actuaron ante la primera dama de Japón, Akie Abe, a quien los niños lograron emocionar. "Cuando acabó el concierto estaba llorando. Me preguntó si hacemos giras internacionales, porque nos quiere llevar a Japón. La verdad es que es una orquesta con mucha proyección, formada por niños con potencial y ganas de trabajar, que siempre están en la orquesta y están tocando, que atienden a las indicaciones de la gente que les enseña", relata Carrio.

Las dinámicas de trabajo también ayudan a mantener el interés de los niños. "Todo el trabajo es colectivo, todo se hace en grupo, porque somos conscientes de que no es lo mismo ponerte a estudiar el instrumento tú solo en casa que hacerlo con los amigos. Los niños de mi orquesta dedican todos los días tres horas a trabajar con el instrumento, para un total de quince a la semana. Al cabo de los años, son muchas horas, salen músicos formados. Y es que esto no tiene ningún secreto, es como ser piloto, como cualquier otra cosa: se precisan horas de vuelo".

Pese al potencial de los rapaces, Carrio tiene claro que el objetivo principal del programa es sacarles de las calles. "Es mejor que estén tocando un instrumento a que estén en sus barrios, bebiendo o haciendo algo peor", reflexiona. A mayores, la idea es ir formando un tejido social, lograr que los niños vayan poco a poco cogiendo el testigo de los que ahora están al frente de "Sinfonía por el Perú". "No nos interesa formar a grandes estrellas de la música. Si sale alguna, pues perfecto, pero lo que buscamos principalmente es darles una educación, académica y artística. Y les damos además la formación necesaria para que, en un futuro, sean profesores de otros niños. Formamos formadores", argumenta.

Ente enfoque era también el que tenía el Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela y se reproduce, en iniciativas similares, en otros países de América Latina. "Aquí, en general, los gobiernos pagan y apoyan para que los niños puedan salir de las calles, porque tienen claro que son el futuro y hay que cuidarles para que tengan una vida mejor", explica.

Una situación que contrasta con la de España donde, lamenta, se atiende poco a las iniciativas con calado social y las puertas están cerradas para la gente joven. "En Latinoamérica hay muchas más oportunidades. Y luego hay poco apoyo: sólo hay que mirar a la Orquesta de Santander, que tiene que luchar para sobrevivir y han tenido que pasar seis años para que les den un local", explica. Por ello, aunque echa de menos Gijón, la sidra y la fabada, Carrio seguirá explorando aquellas tierras del Perú: "Aquí en Latinoamérica se vive bien, se come bien y hay buena gente", sentencia Hugo Carrio.

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