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Asturias por Urraca Alfonso

Escapadas a través de Aller, Oviedo, Avilés, Tineo, Santianes de Pravia y Covadonga tras los pasos de la reina que gobernó en la región en la temprana Baja Edad Media

Asturias por Urraca Alfonso

Urraca Alfonso (1133-1179), reina de Asturias, se revela como una estupenda embajadora de la región en las páginas del último libro de la candasina María Teresa Álvarez, una novela histórica que también puede tomarse como guía para hacer turismo. Seguir los pasos de Urraca en la temprana Baja Edad Media permite descubrir monumentos, pueblos, paisajes y conocer lo más típico de la gastronomía y las costumbres del Principado.

"Estoy segura de que si la Naturaleza pudiera rezar, en Covadonga lo haría", dice la reina a don Álvaro de Castro, su acompañante y futuro marido, cuando ante su vista se alza la santa cueva nada más llegar al santuario. Completan un largo viaje, de varios días, desde Oviedo: ella en palafrén y él a caballo, apoyados por un carruaje. Todo muy distinto a como lo hacen los visitantes del real sitio casi mil años después, en su inmensa mayoría llegados en coche o autobús.

Lo que sí es cierto es que quizá la imagen del pequeño templo encajonado en la roca sobre el pozo al que cae el agua de la cascada -el popular chorrón-, rodeado tan sólo del monte Auseva y la poderosa naturaleza del entorno, no diste mucho de la actual. Eso sí, hay que obviar añadidos y construcciones posteriores, además de la multitud de personas que hay a diario en Covadonga.

El santuario es uno de los lugares más famosos que visita Urraca, pero siguiendo sus pasos se llega a otros menos conocidos para el turista y quizá también para muchos asturianos. Entre éstos está el monasterio de Obona, en Tineo, al que la reina viaja en la novela acompañada de su hija Sancha -su padre era García Ramírez, rey de Pamplona- en una visita precisamente que a la larga le costará el trono.

No se sabe la fecha fija de la fundación de Obona (se atribuye a Adelgaster, hijo bastardo de Silo, en el siglo VIII), merecedor de una visita por el paisaje que lo rodea, además del encanto y misterio que desprenden sus ruinas. Otro enclave religioso que en las cuencas mineras es popular, pero fuera algo menos, es el santuario de Nuestra Señora de Miravalles, en Aller, el lugar donde Urraca reza en varias ocasiones, una de ellas la última vez que visita Asturias, a escondidas, durante su destierro en Castilla. Se llega al templo (hoy muy cambiado respecto a su imagen en el siglo XII) por una bonita carretera desde Soto, donde se levanta el palacio de los Díaz del Valle, cuyo torreón sigue en pie. Allí se sitúa el nacimiento de Urraca, hija ilegítima de la asturiana Gontrodo Petri y el rey Alfonso VII de León.

En un palacio hoy inexistente junto a la Catedral de Oviedo se instala feliz Urraca tras ser nombrada por su padre gobernadora en Asturias. Frecuentes son sus visitas al monasterio de las Pelayas, y especialmente le gustan Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo. A las afueras, donde hoy está la Fábrica de Armas de la Vega, su madre fundará el desaparecido monasterio de Santa María.

La curiosidad que muestra la reina por la historia y las leyendas le llevan hasta la Cámara Santa, depositaria de las reliquias halladas en el Monsacro, otra excursión que incita a realizar la novela: "Es un lugar enigmático, y en Asturias lo conocemos como monte santo. Allí, en una cueva llamada Cueva del Ermitaño, situado al lado del pozo de Santo Toribio, dicen que estuvo guardada el arca santa de las reliquias, desde su llegada de Toledo tras la derrota de los visigodos en Guadalete".

Urraca ve por primera vez la mar -"es hermosa"- en Avilés, villa que tiene el placer de visitar con sus murallas hoy inexistentes. Aprovecha su escapada para conocer el castillo de Gauzón y la peña: recuerda que fue donde se forjó la Cruz de la Victoria. Hasta las tierras del bajo Nalón viaja su marido, Álvaro de Castro, quien le resalta la riqueza de los cultivos en las vegas bañadas no sólo por el Nalón, sino también por el Narcea y el Aranguín. Urraca le pregunta por Santianes, la antigua corte de Silo y Adosinda. Allí, hoy se conserva la iglesia prerrománica que albergó la tumba del rey y su esposa, quienes trasladaron a Pravia la capital del Reino de Asturias siglos antes de nacer Urraca. La de Santianes es la segunda iglesia más antigua de la región, la primera, recuerda la reina, es la capilla de la Santa Cruz, en Cangas de Onís, otra antigua capital del reino y tumba de Favila. Cerca, en Abamia, explica Urraca, descansan Pelayo y su mujer, Gaudiosa. San Salvador de Valdediós no falta entre las excursiones. Allá va con su querida tía Sancha, con la que viaja por primera vez a Asturias tras criarse en la corte de León para conocer a su madre, Gontrodo, quien le regala un detalle de lo más típico que no falta en las maletas de los turistas: un trocito de azabache para ahuyentar el mal de ojo.

En el palacio allerano y en otros lugares la reciben y obsequian, como es costumbre y tradición en Asturias, con ricos (y humildes en ocasiones) productos de la tierra: pan de escanda, manzanas, dulce de manzana, castañas asadas, salmón, sidra...

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