Cuando Disney se propone hacer las cosas bien no queda más remedio que aplaudir y disfrutar. O al revés. O al mismo tiempo. Vaiana no cuenta nada nuevo, eso que vaya por delante. Pero qué bien cuenta lo antiguo. Hay una heroína, cierto, pero que no tiene nada que ver con las princesas de cuento a las que estamos acostumbrados por la factoría del tío Walt. No hay príncipe azul que encontrar ni sueños empalagosos ni mensajes embotellados con almíbar. Nuestra protagonista quiere salir de los reducidos espacios donde vive para ampliar horizontes. Dadle una balsa y removerá el mundo. Rebelde por independiente, la protagonista se aleja de cualquier atisbo de ñoñería. La historia no es un prodigio de originalidad y los riesgos están minimizados al máximo, pero la fuerza del personaje central y la espectacularidad de la animación compensan sus insuficiencias argumentales. La banda sonora no es especialmente destacable, pero funciona, y se echa de menos un malvado de más fuste, pero a cambio nos dan una recreación respetuosa y formidable de la Polinesia. En fin: cine para los más pequeños que los grandes también disfrutarán.
