El arte nos rodea, está en todas partes. La ciudad, en sí misma, es un gran museo entre cuyas obras paseamos, y también los entornos rurales tienen una componente estética, quizás incluso más genuina, que nos atrae. Pero entre ambos, en los espacios de tránsito, se está produciendo un vacío de esas componentes estéticas que conviene llenar. Este fue uno de los puntos centrales del debate sobre "Arte y espacios de convivencia" que ayer mantuvieron, en el Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo, la artista plástica Fernanda Álvarez, el arquitecto Miguel Rubio, el geógrafo Ícaro Obeso y el periodista Javier Cuervo, redactor de jefe de LA NUEVA ESPAÑA, bajo la moderación del profesor de Filosofía de la Universidad de Oviedo Armando Menéndez Viso.

La mesa redonda, enmarcada en la muestra Imprimo 3 que organiza la Universidad de Oviedo, atrajo a diversos especialistas que participaron de un fecundo debate con los cinco ponentes, quienes mostraron una visión poliédrica de la incidencia de las experiencias artísticas sobre la naturaleza de las urbes y los propios ciudadanos. Así, Javier Cuervo precisó que la presencia del arte es inevitable en el día a día: "Estamos rodeados de arte. Nos movemos entre arquitecturas, que es el arte que más se expresa, pero también encontramos brotes espontáneos, como pueden ser los grafitis. Hay muestras de bellas artes, pero también de artes plebeyas, como sucede con algunas muestras de publicidad. Los espacios del arte nos los encontramos siempre, lo queramos o no".

Cuervo, de hecho, profundizó posteriormente en esta reflexión, al precisar cómo se pueden interpretar determinadas escenas como reflejos de una expresión artística determinada: "Si miro por la ventana, de noche, y veo los tejados de las casas iluminadas, pienso en una escena expresionistas. Si voy por la calle y veo un colchón tirado, puedo interpretarlo como una muestra de arte povera. El arte nos da un marco desde el que mirar las cosas".

En esta línea, Ícaro Obeso reivindicó la importancia de las expresiones artísticas para dotar de personalidad a los entornos periurbanos, fronterizos entre la ciudad y el campo, y también en la recuperación de zonas especialmente deprimidas. Algo que, precisó Obeso, se ha experimentado con éxito en la cuenca minera del Ruhr, en Alemania.

Precisamente, la existencia de esas zonas periurbanas, de estos lugares de tránsito, y el papel que puede jugar el arte en su configuración fue otro tema central del debate. Miguel Rubio lamentó que estos espacios intersticiales, entre los núcleos conectados, padecen una degradación por esa ausencia de personalidad que señaló Obeso, y dejó una advertencia de calado sobre los peligros de una progresiva implantación de una planificación espacial orientada únicamente a cuadrar las cuentas: "El problema es que el urbanismo ha dejado de ser una disciplina seria, más global, para convertirse en un mecanismo económico de financiación de las ciudades". Unos entes que crean bolsas de suelo con fines inmobiliarios o especulativos, advirtió, lo que propicia la imposición de modelos deficientemente estructurados.

Asociado a esta distorsión de las bases y los fines del urbanismo, Fernanda Álvarez lamentó la progresiva deshumanización de la enseñanza, orientada a la formación de técnicos. Una cuestión que encontró respaldo entre el público, especialmente por parte de Carmen González, licenciada en Bellas Artes y doctora en Estética (Filosofía) por la Universidad de Salamanca, quien reivindicó la importancia de tener una formación de base en Estética e Historia del Arte para poder interpretar, de una manera articulada y completa, esas expresiones artísticas que nos rodean. Algo que Ícaro Obeso subrayó al lamentar que dentro de la actual Enseñanza Secundaria Obligatoria no haya asignaturas troncales de Historia del Arte.