Un abuelo que viaja hacia la demencia y una nieta, Mariana, que intenta que no se le olvide lo que importa. La escritora Fátima Fernández y el ilustrador Juan Hernaz llevan la enfermedad del alzhéimer a la literatura infantil en "La maleta del abuelo", un álbum cargado de ternura, de mar y de mensajes subliminales que ayer presentaron en la librería Santa Teresa de Oviedo.

Fátima Fernández (Puerto de Vega, 1972), licenciada en Bellas Artes y profesora de Educación Secundaria y Bachillerato en Oviedo, se adentró con sus palabras en el mundo de la demencia senil. Tenía a su alrededor a bastantes familiares de personas con alzhéimer. Tras documentarse sobre la enfermedad escribió un texto que Juan Hernaz (Gijón, 1975) convirtió en imágenes para crear el libro.

Para eso, Hernaz utiliza en el libro diferentes planos de lectura. El primero es el gráfico, donde juega con el cromatismo y con el significado del color y el ritmo de las composiciones. "En el segundo y tercero se va incorporando símbolos y metáforas", explica el ilustrador. Ahí es donde entran en juego las golondrinas que aparecen a lo largo del libro. "Es la guía de todas las imágenes. Actúa como metáfora del recuerdo al estar tratando el tema de la memoria", dice.

La golondrina, explica Hernaz, es un ave fiel, que todos los años emigra pero que vuelve con su pareja al mismo nido. "El eterno retorno. Además, enlaza con el mar, que es otro de los grandes temas de 'La maleta del abuelo'", añade. Juan Hernaz descubrió que la golondrina es un personaje clásico marinero. Siglos atrás, los marineros se tatuaban una cuando cubrían 10.000 millas náuticas. Así describían físicamente su experiencia. Y era en lo que los patrones de los muelles se fijaban al contratar.

A lo largo de sus páginas también aparecen banderas. Por todas partes. Le sirven para trasladar la visión del abuelo a las ilustraciones sin interferir con el plano de la niña. "Busqué el recurso de utilizar el lenguaje de las banderas. Si las vas descodificando y leyendo realmente estás viendo qué es lo que sucede dentro de la cabeza del abuelo en cada una de las imágenes y que no siempre es lo que parece. Porque, de hecho, las personas con alzhéimer no sabemos qué es lo que piensan. Ese es el juego en el que quiero introducir al lector", afirma.

Publicarlo no fue un camino de rosas. Fátima explica que probaron en varias editoriales. Y, a pesar de que recibían "muy buenas críticas", siempre les decían que el tema... fallaba. "Cuando tú piensas literatura infantil no te viene a la imagen literatura relacionada con temas complicados y sensibles, sino una literatura más alegre", dice.

Finalmente lo publicaron con la editorial "Onada". Y el "Premi Internacional Àlbum Illustrat Ciutat de Benicarló" que les otorgaron les dio la razón. "El premio cumple una doble función: por un lado respalda un tipo de literatura y de álbum que no es habitual que las editoriales corran el riesgo de sacarlo. Y, a nivel personal, supone un reconocimiento a ese trabajo que, precisamente por el rechazo inicial de las editoriales, te había generado dudas. Te reconocen que no estabas tan desencaminado", explica Hernaz. "También es un aval", responde ella. Son temas que son más difíciles de publicar. "Pero si consigues hacerlo y logras la aceptación del público, es un doble reto", afirma Fernández.