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La preservación del arte de la Monarquía Asturiana

Descubren nuevas pinturas con 1.100 años en la iglesia de Santo Adriano de Tuñón

La minuciosa restauración rescata las figuras ocultas de un caballo y una cruz

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Hallazgo en Santo Adriano de Tuñón

Un trabajo minucioso, preciso, con bisturí de cirujano, para rescatar del olvido las pinturas prerrománicas de Santo Adriano de Tuñón y que además ha revelado nuevos restos milenarios. La actuación de conservación científica realizada por el Ministerio de Cultura en esta iglesia han destapado, después de siglos, la policromía prerrománica de la capilla central, donde han aparecido la parte alta del brazo vertical de la cruz y varios elementos iconográficos. Unas pinturas con alrededor de 1.100 años de antigüedad. Asimismo, en una lápida empotrada entre dos arcos de la nave central, los expertos han sacado a la luz una pintura que representa a un caballo y se data en el siglo XI.

Estos son los avances que han realizado los restauradores de la empresa Tracer bajo la dirección de Margarita González, del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE). Se trata de la segunda fase de conservación del templo, monumento nacional desde 1931, tras las obras realizadas por el Principado de Asturias para contener el avance de las humedades y cuyo estudio arqueológico permitió obtener datos de la historia constructiva del inmueble, así como conocer la existencia de una necrópolis medieval con ajuares.

El estudio realizado por el Ministerio "ha permitido conseguir descubrir más restos de los que se veían tras el trabajo realizado por Menéndez Pidal en los años cincuenta del siglo XX. Han aparecido más trazos y están más definidos porque el trabajo ha sido muy minucioso, aunque él tuvo buen criterio al emplear materiales muy compatibles con los originales", explica González.

Así es que la conservación científica realizada por Luisa García y Eduardo Mendoza ha conseguido sacar a la luz tras un milenio la parte alta de la cruz en la capilla central, junto a las figuras del sol y la luna. "Había dos cruces en los laterales y lo lógico es que hubiera una central", explica García. Sobre la existencia de esta cruz ya teorizaron en 1957 Helmut Schlunk y Magin Berenguer en su libro "La pintura mural asturiana de los siglos XI y X" y que vinculan a los Beatos. Los símbolos de la luna y el sol con dieciséis picos conectan la iglesia de Tuñón con otros templos prerrománicos como Santullano, Valdediós y Priesca, donde también se reproducen.

Pese a lo recuperado no han podido rescatar por completo la cruz de la capilla central "porque ya no existe", detalla García. En el Barroco se instaló un retablo que ha hecho desaparecer la pintura. En su lugar, hay una laguna de mortero de cemento que realizó Menéndez Pidal. "Eliminó el retablo y puso capas de revestimiento pero dejó ciertos restos, que son los que ahora se han eliminado", precisa González.

El trabajo también ha permitido definir la iconografía del friso de la capilla central con elementos florales. "Son muy particulares en cuanto a la disposición y con círculos como los de San Miguel de Lillo", destaca Mendoza. De nuevo, Tuñón se conecta con otros templos de la época. En el conjunto de policromías cobran importancia las almenas que decoran la capilla y que tienen origen mozárabe, al igual que las de Valdediós. Según los estudios de Schulnk y Berenguer, sería la primera de España en la que se constaten tales influencias.

Una de las sorpresas que aguardaba la conservación fue destapar una pintura que los expertos vinculan al siglo XI, cuando se reconsagró el templo. Se trata de un caballo con la cota de malla característica de la Edad Media. "Cuando hicimos el estudio ya nos pareció que se veía la forma de un caballo", comenta Mendoza. El dibujo es tan preciso que se pueden observar los trazos que conforman la malla metálica de protección sobre los lomos del animal. Y, puede, que también tuviese un jinete.

Los conservadores también actuaron en las dos capillas laterales, aunque no ha aparecido ninguna novedad: "Se adecentaron las capas de revestimiento para darle uniformidad y sacar parte del zócalo con una policromía rojiza similar a la capilla central", aclara González.

Unas policromías en la iglesia de Tuñón que repiten siempre los mismos colores: rojo de óxido de hierro, ocres y algo de negro. Tinturas naturales que obtenían de los materiales del entorno. Parecidas a las que ayudaron a pintar, por ejemplo, la caverna de la Peña de Candamo hace 18.000 años, en el llamado período Solutrense.

Estos trabajos de limpieza para dejar las paredes tal y como eran en la época prerrománica se han acometido con la última tecnología. "Es importante no meter humedad porque la policromía es muy aquosa", resume González. Para ello han utilizado rayos ultravioleta, ultrasonido, láser y, como técnica manual, un bisturí.

García y Mendoza han sido los cirujanos de la iglesia de Santo Adriano. "Es importante destacar, en este sentido, que lo que vemos ahora, lo que se ha destapado, es lo que ellos hicieron aquí en la época, no restauramos, conservamos científicamente apoyados en estudios químicos, geológicos para realizar procedimientos adecuados", sostiene García.

En la actuación general en este templo prerrománico, consolidaron los morteros mediante inyecciones de materiales inocuos para las capas de policromía como la cal. Un minucioso trabajo, pinchazo a pinchazo, como un cirujano, con el objetivo de unir los morteros a los soportes, puntualiza González. Una conservación que ha sido "complicada" debido a que sigue habiendo humedad en la iglesia, pese a los drenajes perimetrales y a otras medidas de contención que desarrolló la dirección general de Patrimonio del Principado.

Además de la humedad, un enorme panal de abejas complicó los trabajos durante el verano, que comenzaron en junio y finalizan ahora. García y Mendoza están con los últimos deberes para el informe final. Ahora se van a la Alhambra de Granada. Un ejemplo artístico español del que dicen, nada tiene que envidiar Tuñón porque "ésta, no es una iglesia más, no es una iglesia cualquiera".

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