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El "caso Marea" silencia a los músicos

La aplicación a rajatabla de la normativa para evitar cualquier irregularidad en el Principado impide a los intérpretes alternar docencia y conciertos | Más de setecientos profesionales ven peligrar su carrera por trabas administrativas

La OSPA, durante la interpretación del "Mesías" el 20 de diciembre de 2013 en la Catedral de Oviedo, por la que Zapico dejó el Conservatorio Superior de Música Eduardo Martínez Torner. Miki López

El "caso Marea" silencia a los músicos asturianos. A consecuencia de la trama corrupta descubierta en el seno de la Consejería de Educación y Cultura, los servicios jurídicos y administrativos han extremado los controles y los políticos se cuidan muy mucho de actuar contra el criterio de los informes. Este escenario, en teoría deseable, ha tenido consecuencias inesperadas para los docentes de los conservatorios y los músicos de las orquestas que dependen del Principado, que claman contra una aplicación especialmente severa de la Ley de incompatibilidades que, en la práctica, les impide alternar su trabajo para la administración con cualquier otra actividad en el ámbito musical. Una circunstancia que ha llevado a músicos de talento como Daniel Sánchez Velasco a dejar Asturias para poder alternar docencia y conciertos o que impide que otras figuras, caso de Aarón Zapico, formen a los alumnos del Conservatorio.

El problema es tan sencillo de explicar como complejo de resolver: la Ley 53/1984, de incompatibilidades del personal al servicio de la administración pública, dicta que los funcionarios deben tener dedicación exclusiva a su servicio, con algunas excepciones que también precisa. El conflicto surge cuando los servicios técnicos y jurídicos del Principado de Asturias, según los músicos tras estallar el caso "Marea", comienzan a hacer una interpretación de la norma que, en la práctica, excluye que los músicos empleados en cualquier conservatorio u orquesta de titularidad autonómica puedan desarrollar ninguna otra actividad. Todo porque la administración autonómica, o al menos algunos de sus funcionarios con mando en plaza, no considera que las actividades de los músicos tengan el carácter de creación artística, una de las excepciones recogidas en la norma.

El volumen potencial de músicos afectados supera los 700 en toda Asturias: todos los docentes de los conservatorios, tanto los que dependen del Principado como aquellos que podrían pasar a ser gestionados por la administración autonómica en un futuro próximo, así como los miembros de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) y de otras orquestas que, aún no dependiendo directamente del Principado, están gestionadas por administraciones públicas.

"Esta problemática, o la tienes ya, o la vas a tener", afirma Zapico, que en 2013 abandonó su plaza de profesor de clave del Conservatorio Superior de Música "Eduardo Martínez Torner", de Oviedo, ante las trabas que le pusieron para dirigir conciertos. Tras su experiencia impulsó, junto a Manuel Paz, Alejandro Villar y Francisco Pantín, una plataforma de docentes y concertistas para negociar un cambio de criterio con el Principado.

"Hay una cerrazón absoluta. Mi caso fue sintomático: me ofrecieron dirigir 'El Mesías', que es quizás el concierto con más incidencia social de Asturias junto a los de la Fundación Princesa. Pero se solapaba treinta minutos con mi horario en el Conservatorio. No hablamos de horas de clase: me tocaba permanencia, estar allí por si se me necesitaba. Pero la administración fue inflexible", relata Zapico.

El joven director langreano no dudó: "Acceder a la primera división en conciertos conlleva un sacrificio enorme. Una vez que llegas ahí, bajarte significa no volver más. Tienes a diez detrás, no puedes ni debes frenar esa carrera". Por eso, aunque insiste en que le encanta dar clases, abandonó el Conservatorio. En ese momento, tenía a ocho alumnos de clave. Desde entonces, la asignatura no ha tenido profesor estable, y de esos ocho alumnos sólo uno sigue hoy en el Conservatorio. "En mi caso, no ganó nadie", lamenta.

"Los asturianos hemos perdido un profesor de primer orden", afirma Manuel Paz, en referencia a Zapico. Director de la Orquesta de Cámara de Siero (OCAS) y miembro del cuarteto de cuerda EntreQuatre, Paz dejó el Conservatorio de Gijón hace un año para poder dar conciertos. "Este es un problema que sólo se da en Asturias. En el resto de España, ninguna administración autonómica pone estas trabas. Ahora va a resultar que todas prevarican, menos nosotros", ironiza Paz.

No son los únicos que han tenido que abandonar. Entre los músicos de la OSPA recuerdan el problema de Daniel Sánchez Velasco, fundador de la Orquesta Clásica de Asturias. Pese a que se trataba de una formación sin ánimo de lucro y centrada en la formación de jóvenes músicos, Velasco fue expedientado por la administración autonómica y terminó emigrando a Andalucía, donde no le ponen trabas para alternar docencia y conciertos. "Es como el que va en dirección contraria por la autopista", insiste Paz.

En la última asamblea de músicos, celebrada este viernes en el Conservatorio y a la que los afectados invitaron a asistir a LA NUEVA ESPAÑA, uno de los presentes tiró de ironía para aclarar las rigideces de la administración: "Los músicos asturianos se dividen en dos categorías: expedientados y futuros expedientados". Entre los asistentes no estaba Francisco Daniel Hernández: en ese momento comparecía por un expediente que le han abierto. Su falta: grabar tres discos. "La administración no considera que interpretar música sea una actividad creativa, por lo que entiende que se incurre en incompatibilidad por hacer un concierto o un disco. Escribir un libro es una actividad creativa, pero hacer un disco no", sintetiza Paz.

La solución definitiva, a ojos de los músicos, pasa por cambiar la Ley. Pero, entre tanto, reclaman "sentido común" a la administración, ya que además proponen medidas para facilitar una compatibilidad "muy regulada". Y advierten que, si el Principado persiste en hacer oídos sordos a sus demandas, buscarán vías de presión. Entonces ya no habrá música, sólo ruido.

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