Oviedo, Andrea G. TORRES

Cada Navidad llega un "Mesías" diferente. El concierto con esta obra de Haendel se ha convertido en un tradición navideña en Asturias y, cada año, los asturianos aficionados a la música clásica pueden disfrutar de una nueva versión. Ayer, en el auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, José Esteban García Miranda, director titular del Coro de la Fundación Princesa, presentó la suya al frente de la formación coral que encabeza y de la OSPA. El público salió contento y, en mitad de un largo aplauso, se escuchó algún que otro bravo.

García Miranda optó por ofrecer a los asistentes una versión muy cercana a la pieza original escrita por Haendel. Además, una de las grandes particularidades del "El Mesías" de este año es que la organización del concierto, la Fundación Princesa de Asturias, apostó por no contratar a cantantes de renombre para las partes solistas, como sí se hizo en otras ocasiones anteriores. El concierto de ayer tarde estuvo protagonizado por jóvenes intérpretes como Sara Matarranz, soprano; Adriana Mayer, mezzo; Emmanuel Faraldo, tenor, y Josep-Ramon Olivé, bajo.

Faraldo mostró su bello color vocal desde el primer aria "Ev´ry valley shall be exalted", lleno de melodías de gran lirismo. El segundo en intervenir ayer fue Josep-Ramon Oliver, en un tono realmente muy duro y quizá no demasiado uniforme en un principio, aunque bien es cierto que su interpretación mejoró en el transcurso de la velada.

La mezzo Adriana Mayer acusa cierta carencia sonora en los pasajes más virtuosísticos, pero es cierto que en "He was despised" ofreció momentos verdaderamente muy íntimos.

Sara Matarranz ofreció una interpretación no demasiado uniforme, en ocasiones con una voz demasiado impostada, un tanto nasal, y muy bella en otros momentos.

El coro de la Fundación Princesa de Asturias tuvo todo el protagonismo en la velada. "El Mesías" es su caballo de batalla, la obra con la que la entidad organizadora de los Premios felicita cada año la Navidad a los asturianos.

La OSPA, por su parte, se alejó del detalle al que acostumbra a su público. Acaso faltó una visión más personal desde la dirección con mayor precisión para sacar todo el partido a esta partitura.

La luces de la sala permanecieron encendidas durante todo el concierto, de modo similar a lo que viene siendo habitual en lugares como, por ejemplo, la Musikverein de Viena. Esto no suele ser habitual en el auditorio de Oviedo.

Además, durante la sesión de ayer tarde se dejó notar un constante goteo de personas entrado y saliendo de la sala, lo que ocasionó un ruido bastante molesto que llegó a impedir en ocasiones el verdadero disfrute de una obra tan conocida.