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Gil Parrondo, por Gil Parrondo

El director artístico asturiano dejó, en libros y entrevistas, sabrosos testimonios sobre su vida y su asombrosa carrera, que le llevó a trabajar en grandes producciones cinematográficas

Gil Parrondo, en el set de "La caída del Imperio Romano".

Hombre discreto y de proverbial modestia, Gil Parrondo dejó sin embargo sabrosos testimonios de su vida y su asombrosa carrera en diversas entrevistas. A partir de sus declaraciones para los libros "Decorados, Gil Parrondo", "Gil Parrondo. Pasión y Rigor" y Directores artísticos del cine español", para la revista Nickelodeon y para dos entrevistas concedidas a LA NUEVA ESPAÑA se puede esbozar una recopilación de sus recuerdos y opiniones sobre su oficio, un sugerente "Gil Parrondo por Gil Parrondo".

Luarca. "Nací el 17 de junio de 1921, o sea, que hace mil años, en el mismo Luarca. Cuando les digo que soy de Luarca a mis amigos, por ejemplo, a los taxistas asturianos o a cualquier otra persona de Asturias, me preguntan: '¿Pero del mismo Luarca?'. Pues sí, aunque ya sabemos lo que es Asturias, que tiene miles de casas por los montes, allí solas, como colgadas, que da gusto verlas".

Guerra Civil. "Los años de la guerra los pasé estudiando: esos tres años de la guerra fueron para mí como seis, porque empezaba al amanecer y no paraba en todo el día. Por la tarde iba a la Universidad y por la mañana a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, con profesores como Vázquez Díaz o Laínez Alcalá, en Historia del Arte. Me interesaba la pintura, y de hecho yo quería ser pintor".

Sigfrido Burmann. "Es mi maestro, sin duda. Lo más importante que aprendí de él -aparte de que artísticamente era un hombre de una capacidad maravillosa- fue la disciplina, que parece una cosa tonta cuando estamos hablando de arte. Y otra cosa que me enseñó es a trabajar todo el conjunto para un fin. No es cuestión de estar dominado por el personaje del director. Se trata de estar disfrutando y de poder hacer disfrutar a ese director cuando venga y le enseñes lo que estás haciendo".

Bronston. "He tenido la suerte de ser su amigo. Sus películas eran muy complejas y si no fuéramos tantos en el departamento de arte no podrían hacerse. La situación era única, pocas veces en la historia del cine ha habido tantos empleados como había en Bronston. El taller enorme que había en Sevilla Films estaba lleno de gente trabajando, era una cosa maravillosa. Bronston superó en algunos momentos los costes de Hollywood. Estando yo allí, me ocurrió una anécdota curiosa. Preparando una película para la Metro, estaba explicando yo cómo quería unos decorados, lo que había que hacer, y me dijeron: 'para el carro, que esto no es el imperio Bronston'".

Decorados. "La diferencia con el presente es que entonces todo empezaba de cero en el plató, que estaba vacío. Ahora, en cambio, se adaptan los lugares, como esa casa palacio de Meres, al lado de Oviedo, donde he trabajado en tres o cuatro películas. Pero antes había un plató absolutamente vacío y aquí pongo la puerta, aquí la escalera, etc. Es más económico lo de ahora, pero aquello tenía para mí más placer. La herramienta básica de un decorador es el dibujo, el boceto, pero lo más importante es tener un cierto sentido, digamos, artístico".

Orson Welles. "Estuve dos o tres meses junto a Orson Welles. Era un pesado y un ególatra absoluto. Nunca podría haber sido amigo suyo. Les gustaba entrar y que todo el mundo supiera que entraba él. Pero tenía su encanto cuando quería y sin duda era un genio; eso no hay quien se lo quite. Y tenía todo el talento del mundo para hacer películas".

Hollywood. "Para mí, desde niño, Hollywood era todo, el no va más. Ya sabía bastante inglés y me entendí muy bien con los americanos. El decorado más grande que se ha hecho jamás fue el de 'La caída del Imperio Romano', todo él a tamaño natural. O sea, que hasta las cuadrigas decorativas que había encima de los templos, que tenían columnas de 15 metros, eran de tamaño real. Hoy sería imposible hacer eso, ni con todo el oro del mundo. Además, hoy, con procedimientos digitales ponen allí arriba lo que sea. Se puede hacer muy bien, aunque el resultado no es el mismo".

George Cukor. "Fue emocionante, hermosísimo, trabajar con George Cukor. Lo admiraba desde niño: 'David Copperfield' y 'Margarita Gautier' eran y son películas que nunca puedes olvidar y él era un hombre encantador, nos entendíamos muy bien. Le gustaba hablar de los decorados. Tenía un sentido estético muy particular... le gustaba aclararlo todo bien, concretar los colores, la situación de los objetos..."

Doctor Zhivago. "John Box me llamó para 'Lawrence de Arabia' y es natural que no apareciese en los créditos, yo no pedí siquiera que pusieran mi nombre. Bastante lo he sentido, hubiera contado con un 'Oscar' más, pero a mí no me importa, no me ha molestado nunca. Eso también sucedió con 'Doctor Zhivago'. Tuvo su 'Oscar'. Ahí sí aparece mi nombre en los créditos, pero pone algo así como director artístico asociado, por lo que la Academia no tuvo a bien incluirme en el premio. Trabajamos muchísimo en esa película y es, de todas las que he hecho, de la que estoy más orgulloso. Es una obra maestra".

Franklin J. Schaffner. "En sus rodajes tuve unas facilidades enormes para construir los decorados. Es un gran director al que debo estarle muy agradecido. No solamente son buenas sus películas sino que, además, fueron agradables de hacer. Establecimos una gran amistad y fui el último que habló con él, unas horas antes de morir, porque le llamaba continuamente a la clínica".

Patton. "Creo que la escena de la bandera de 'Patton' ya estaba en el guión. La bandera la tuvimos colgada en los platós tres y cuatro de Sevilla Films, que daban a la piscina del estudio. Tendría unos diez metros de altura. Estaba colgada a unos tres metros del suelo y luego se enrolló arriba y quedó allí hasta que se demolió el estudio para hacer un supermercado".

"Oscar". "Cuando me enteré de que me habían dado el 'Oscar' por 'Patton' yo estaba rodando 'Nicolás y Alejandra', en la Costa Brava. Me llamó mi mujer a las cinco de la mañana al hotel para decirme que le había llamado una amiga suya de Nueva York para decirle que me habían dado el 'Oscar'. Gané al año siguiente el otro, precisamente por 'Nicolás y Alejandra', y al siguiente me nominaron por 'Viajes con mi tía', de Cukor. No fui a ninguna de las tres, simplemente, porque estaba trabajando".

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