"Yo estaba allí" (Editorial Trabe) es el título de la colección de veintiún relatos que firma la escritora María Esther García. Textos que esta profesora, experta en Filología Asturiana y miembro de la Academia de la Llingua Asturiana y colaboradora habitual de LA NUEVA ESPAÑA, escribió en asturiano -"Yo taba ellí" se titulaba el volumen original- y que ahora ha traducido "para que lleguen más allá de Pajares". En ellos habla de fiestas, de amistad y de amor, pero también de soledad, tristeza y muerte. "De la vida misma", resume esta autora que también preside la Asociación de Escritores de Asturias.

-¿Estuvo en todos esos lugares?

-Sí, yo estaba allí, en todos esos lugares, cuando sucedieron los hechos narrados. Hay muchas formas de estar en un lugar. Se puede estar físicamente y se puede estar con la imaginación. Como escritora me puedo trasladar fácilmente a cualquier lugar sin tener presencia física en el mismo, recordando lo vivido, imaginando situaciones y eso es lo que sucede en "Yo estaba allí". Mi "presencia" en los lugares donde ocurren los relatos es el hilo conductor de la obra.

-El libro evoca al lector las verbenas y los conciertos, el bullicio. ¿Es un alegato a favor de las fiestas de prau?

-Esos ambientes festivos que forman parte de algunos de los relatos sirven de pretexto para narrar en profundidad cuestiones existenciales relacionadas con los enredos sociales que nos tocó y nos toca vivir. En las fiestas se reproducen patrones sociales que dan mucho de sí para contar historias. En los relatos subyacen valores y creencias, preocupaciones y vivencias que nutren las historias contadas en "Yo estaba allí".

-¿Le traen muchos recuerdos?

-Algunos relatos, como el de "La Estrena", o el de "Juegos en la poza", hacen alusión directa a los recuerdos, se nutren de la memoria. Los demás, más bien son vivencias de hoy y de ayer, en los que se puede encontrar el poso de lo vivido y lo soñado contemplado con ojos de mujer, de niña, de hija, de madre, de abuela o de maestra, entre otras miradas atentas al transcurrir del tiempo, vistas con los ojos vivos con los que solemos mirar los escritores.

-¿Quería que el lector viajase con usted a todos esos lugares?

-Sí, me gustaría que mis lectores diesen su interpretación a los relatos y así estarán "allí" como yo, o conmigo. Como escritora pienso que una vez que se publica el libro, cada lector va a ser coautor de los cuentos. Les pondrá su alma y los llevará a sus experiencias y a sus vivencias, los relacionará con su entorno más próximo y con su forma de mirar el mundo.

-¿Y busca que el lector se adentre en la Asturias rural?

-La Asturias rural se diferencia hoy muy poco del ambiente de la ciudad. No pienso que estos relatos nos lleven a allí, sino más bien al trasfondo cultural que rige de forma tácita nuestra vida, nuestro hacer cotidiano, la forma de entender y afrontar distintas situaciones sociales y culturales en nuestro entorno, sea rural o urbano. Estos relatos nos acercan a la forma de entender el mundo de los asturianos. No buscado por mí como autora, sino porque es difícil desprenderse de la herencia cultural que disfrutamos a lo largo de la vida y que incluso llevamos impresa en nuestros genes. Que me perdonen los científicos. El lugar donde naces o donde desarrollas tu vida está presente en el trasfondo literario de las obras de los grandes autores. Sólo hace falta leer a García Márquez o ahondar en "El Quijote", donde está todo lo que nos podamos imaginar, pero fácilmente nos traslada a la época y a la forma de entender el mundo de Cervantes, aderezado con todas las circunstancias vividas, la imaginación y el ingenio de un genio.

-También deja espacio para la soledad, la tristeza y la muerte.

-Sí, todo tan real como la vida misma. En el libro surgen sentimientos que nos embargan en cualquier ambiente. La soledad, el miedo, el amor, los desengaños, la tristeza y hasta la muerte, un drama que todos llevamos dentro y que tantas veces es tema en el que se inspiran escritores de todas las épocas. Y, por otra parte, el consuelo de los que vuelven, que vuelven desde el momento que forman parte de nuestra memoria y "están allí" con nosotros.

-¿Por qué decidió traducir el libro al castellano?

-Consideré que merecía la pena tener esta obra en las dos lenguas para que cada uno la pueda disfrutar como más le guste, como más cómodo se sienta con su lectura. Y, sobre todo, decidí traducirlo para que estos relatos cruzasen Pajares, como yo lo hago muchas veces con mucho gusto. Soy muy amante de lo nuestro, pero considero que todos los escritores queremos que nuestra obra trascienda el lugar donde nace. Los temas tratados en "Yo estaba allí", que transcurren en Avilés, Castrillón, Oviedo, Valdés, podrían tener como marco cualquier punto de Asturias y cualquier otro punto más alejado de nuestra tierra, por ser temas universales. Siendo conocedora de las dos lenguas y puesto que me considero bilingüe, como muchos asturianos, traducir no es fácil. A pesar de ser el asturiano y el castellano lenguas con cierta proximidad, hay que traducir no solo palabras, sino el sentimiento y el sentido, o más bien a veces el doble sentido de las cosas, frases, connotaciones y otros aspectos lingüísticos.

-¿Qué diferencias ve entre el cuento y una novela?

-La novela tiene otro tipo de estructura más compleja. Eso no quiere decir que el relato corto no tenga la misma categoría literaria, ni la misma dificultad a la hora de narrar y, por supuesto, también tiene su complejidad. A la hora de escribir relato corto hay que decir mucho en poco espacio y dejar a la imaginación del lector muchas cosas, algo que no es fácil y me parece muy interesante a la hora de consumir literatura. Además, hoy día nos gusta lo breve, lo minimalista.