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Las mil caras del bocado atlántico

Huelva se estrena como capital de la gastronomía española en 2017 con un alegre festín de gambas, vinos del Condado, jamón de Jabugo y fresas de Palos

Las mil caras del bocado atlántico

La gran despensa de Huelva empezó a forjarse cuando tartesios y fenicios se instalaron en la confluencia de los ríos Tinto y Odiel. Huelva ha merecido este año el título de Capital Gastronómica de España y, por tanto, las riberas onubenses que han visto arribar y zarpar miles de barcos, entre ellos las tres carabelas del descubrimiento de América, son destino obligado para los adoradores de la gamba blanca, las coquinas, el jamón de Jabugo, el choco, los gurumelos, las bocas, la corvina y la melva en aceite de Beas, un pueblo con almazaras que obtienen oro puro de la oliva. Huelva, la marinera y colombina, la inglesa forjada en las minas de Riotinto, la serrana del Andévalo y Aracena, la fervorosa del Rocío y la Cinta, y la casi portuguesa de Ayamonte, confluye en las mesas de la capital, con espacios como la concurrida cervecería Bonilla, en el muelle de Levante, con vistas a las marismas del Odiel y a Punta Umbría, que invitan a la tapa y al copeo. Para restaurante elegante está el Acanthum, en la plaza de las Monjas, con una estrella Michelin y genialidades como el pil-pil de ova de choco y arena de playa y chipirones rosas. Para una cena informal por el centro está el gastrobar Ciquitrake, con el famoso cartucho de boquerones fritos sin espinas, macerados en cítricos. El Mandala, un lounge-bar con decoración oriental, en el cabezo del Conquero, compite en vistas con el santuario de la Virgen de la Cinta, patrona de la ciudad.

En realidad, cualquier taberna ofrece esas delicias que a lo largo de 30 kilómetros de costa recolectan los pescadores de Punta Umbría, Isla Cristina y El Rompido. Chocos, acedías, salmonetes, cazón y boquerones, base del "pescaíto frito", compiten con la raya con pimentón, la corvina guisada y la mojama. Coquinas, almejas y navajas, al vapor o marinadas, junto a la gamba blanca cocida, son perfecta compañía de los vinos del Condado, con la uva zalema como base, procedentes de más de diez mil hectáreas de viñedos repartidos entre catorce municipios, de los que también salen un apreciado vinagre y el brandy Luis Felipe, de bodegas Rubio, en La Palma del Condado, desde que en 1893 apareciesen unas barricas de roble marcadas con la mención Luis Felipe, que habían sido reservadas para el duque de Montpensier, hijo del rey de Francia Luis Felipe I, que vivió en Sevilla.

El jamón de Jabugo, junto a las chacinas serranas de las tierras de Aracena y el Andévalo, donde entre restos de antiguas minas se crían corderos y vacas que conviven con especies cinegéticas como la perdiz -deliciosa con col-, el venado -preparado en aliño- o el jabato -deliciosa la pierna al horno-, sin olvidar quesos como los de la Dehesa Dos Hermanas, con premios internacionales, tienen acomodo en Agmanir (Arquitecto Pérez Carasa), la Antigua Abacería del Conde (calle Marina) o Azabache (calle Vázquez López). En los postres se imponen las fresas, los arándanos y frambuesas de Palos y Lepe, casi colonizados por los invernaderos.

Y si entre plato y plato queda tiempo, merece la pena ver el Monumento a la Fe Descubridora o Monumento a Colón, majestuoso frente a la bahía.

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