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Tenor | Encarna al Duque de Mantua en "Rigoletto", que se estrena el día 26

Celso albelo: "No entiendo que Oviedo, una pequeña Salzburgo, quede sin los Premios Líricos"

"Da la sensación de que hoy en la sociedad prima la inmediatez; lo que exige un mínimo de paciencia, como el teatro, queda relegado"

Celso Albelo, ayer, en el teatro Campoamor. IRMA COLLÍN

El debut del tenor tinerfeño Celso Albelo es uno de los acontecimientos más esperados de la actual temporada de la Ópera de Oviedo, que termina este mes con la representación, el 26 de enero, de "Rigoletto", de Verdi. Albelo interpretará en el Teatro Campoamor el personaje del Duque de Mantua, uno de los papeles más destacados de su repertorio, y que le ha reportado fama internacional. Albelo comenta que el carácter déspota, libertino, cínico y manipulador no se asemeja en absoluto al suyo. Ciertamente, este tenor es alguien cercano y amigable, modesto hasta el punto de confesar que la ópera le ha cambiado la vida por completo, pero que durante sus años de estudio no aspiraba más que a cantar en un coro. Sin embargo hoy en día, ha actuado en los principales teatros del mundo, siendo su último debut el del Metropolitan de Nueva York, con "Maria Stuarda" en 2016. En España ha recibido numerosos premios que reconocen su trabajo en el campo de la ópera. Entre ellos, destacan el Premio Teatro Campoamor como mejor artista revelación (2010), y el Premio como mejor cantante masculino que la misma institución le concedió dos años más tarde.

-El público asturiano tiene mucho interés por oírle en su debut en una ópera en Oviedo.

-Realmente he cantado con anterioridad en otras instituciones aquí, y también me han dado el Premio Teatro Campoamor en dos ocasiones, pero es de agradecer que haya ese interés por escucharme, pero no sólo a mí, ya que el reparto de esta producción es muy interesante. Está Juan Jesús Rodríguez y Jessica Pratt que son estupendos. Ese interés creo que es una forma que la gente tiene de protestar contra que la ópera se entienda como un espectáculo elitista, como en muchas ocasiones se quiere mostrar. Al fin y al cabo, un teatro como el Campoamor, en este caso, es una industria y da trabajo a una cantidad enorme de gente, no sólo a los cantantes que salen a saludar tras la función, que es la parte más visible. La temporada de Oviedo destaca por su historia a nivel nacional y los años que lleva vigente, y aún la tenía pendiente, así que a título personal también estoy contento de estar aquí, nada menos que con "Rigoletto".

-Además, el Duque de Mantua es uno de los papeles que más tiempo lleva cantando y le han dado reconocimiento internacional.

-Sí, es uno de mis "caballos de batalla". Quizá, junto con Nemorino en "L´elisir d´amore", es el papel que más he cantado. Debuté con el Duque hace doce años, en Busseto (Italia), la ciudad de donde era Verdi, y desde entonces lo he podido cantar con los barítonos Juan Pons, Leo Nucci o Renato Brusson, que hacían de Rigoletto.

-¿Qué opinión le merece un personaje tan despótico como el Duque? ¿Hay aspectos de su conducta que pasan del escenario a la sociedad?

-Después de todo lo dicho, tengo que confesar que la personalidad de el Duque de Mantua me disgusta enormemente, hasta el punto de no sentirme muchas veces cómodo cuando lo interpreto. No me gusta su conducta porque es una persona muy cínica y déspota, que no tiene nada que ver conmigo. Trata a las mujeres como un objeto, pero va más allá, utiliza a todas las personas que le rodean como si fueran de usar y tirar. Es la visión personificada del poder mal entendido, en ningún caso contribuye como gobernante a un bien común, sino al bien para sí mismo. Él es consciente del poder que ostenta, y lo utiliza para conseguir sus caprichos. Hace sentirse bien a todo el mundo siempre que él obtenga beneficio de ello.

-Su relación con Carlo Bergonzi ha marcado un punto de inflexión en su carrera, ¿podría decirse que su carrera se consolidó a partir de entonces?

-Conocí a Bergonzi en el concurso de canto "Renata Tebaldi", cuando él presidía el tribunal que elegía a los ganadores. En este concurso tampoco logré clasificarme; me ha pasado muchas veces, hasta el punto de que sólo obtuve en una ocasión un tercer premio. Pero volviendo a Bergonzi, él se enfadó mucho con el resultado y vino a hablar conmigo para decirme que si decidía estudiar con él me vería en poco tiempo cantando en los mejores teatros del mundo. Decidirme me costó mucho, ya que económicamente yo no podía permitírmelo porque vengo de familia humilde y estudiar con él no era barato. Ofrecí varios conciertos en colegios que me permitieron irme finalmente. Aprendí muchísimo, no sólo a cantar, sino cómo era la vida de artista. Él nos mostraba día tras día que hacer una carrera en el mundo de la lírica es algo realmente duro. Estando en Italia, hice varias audiciones. Mi primer contrato con Bergonzi fue para la ópera de Zurich. El director musical me hizo cantarle la partitura completa de "Don Pascuale" y al finalizar me dijo: "Usted es capaz de cantar esto en Zurich?", y yo le contesté: "Si me lleva, maestro, claro que sí". Después me enteré que en Busseto estaban buscando tenores precisamente para "Rigoletto", y fui a probar suerte. Cuando empecé el aria "Ella mi fu rapita" me pararon en la primera frase y me dijeron que el contrato ya era mío, lo que me permitió preparar este papel del Duque de Mantua con Carlo Bergonzi.

-¿Su debut en el Metropolitan de Nueva York en el 2016 supone la consolidación de su carrera o le abrirá nuevos caminos en un futuro?

-Quizá hay gente que empieza cantando muy temprano en el Met, pero mi caso es más bien el contrario. Además me llegó en un momento personal muy bueno, porque he sido papá recientemente. Para mí llegar a cantar en el Met es como ver un sueño cumplido que siempre creí imposible. Comencé estudiando Historia del Arte y lo máximo a lo que aspiraba entonces era a cantar en un coro, así que después de todo haber tenido la posibilidad de cantar en estos grandes teatros es algo verdaderamente impresionante.

-Usted defiende que la cultura no debe ser un artículo de lujo, ¿cómo ve el panorama actual?

-Creo que es un error considerar ciertas manifestaciones artística como propias de una élite. No entiendo la división entre música culta y no culta, porque la cultura es para todos y universal. Tampoco entiendo que una decisión política penalice a una orquesta o un teatro. Además, debemos tener en cuenta que un teatro no se mantiene sólo con la parte artística, y hay electricistas, costureras, limpiadores y toda una serie de trabajos técnicos que permiten su actividad. Financiar un teatro es una forma de invertir dinero en una institución local. Desafortunadamente te enteras que una ciudad como Oviedo, una pequeña Salzburgo, que cuenta con dos orquestas, cancela algo tan importante como los Premios Líricos "Teatro Campoamor", y es una decisión que no entiendes. Da la sensación de que hoy en día prima en la sociedad la inmediatez, la comodidad y lo que provoca la risa fácilmente, en cambio todo aquello que exige un mínimo de predisposición y paciencia, como ocurre con el teatro, queda relegado.

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