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"Pulsaciones" late con fuerza en las audiencias

Tres millones de espectadores vieron la serie de Emilio Aragón, con errores de guión que deslucen su potente apariencia

Meritxell Calvo y Juan Diego Botto.

Fuertes Pulsaciones. Tres millones de espectadores (17.1%) siguieron el primer capítulo de la nueva serie de Emilio Aragón en Antena 3, apenas invadida por la publicidad para favorecer el enganche con una propuesta que hace de la intriga su principal fuente de energía renovable cada semana. Con toda la artillería de la productora Globomedia apoyando el avance por el terreno minado del suspense de quien fuera amable y blanquísimo Médico de familia, Pulsaciones mostró desde el principio un empaque de primera categoría a nivel técnico, un reparto en general muy acertado (se nota la mano maestra en el casting del asturiano Luis San Narciso, sobre todo en su elección de nombres clásicos tan gratos como Ana Marzoa, Leonor Watling o Cristina Marcos, que se comen a quien se ponga a su lado en las escenas) y una fotografía acer(t)ada de David Omedes, que saca mucho partido a un Madrid de cielos sombríos y lugares nada comunes. La música, por el contrario, es previsible y en algunos momentos estorba más que ayuda a crear tensión.

Si algo dejó claro Aragón cuando decidió dejar de lado la televisión y pasarse al cine es que pretendía mostrar un ángulo de su creatividad distinto al que conocíamos de su zona de confort como "showman" simpático y actor de registro blando. Tanto Pájaros de papel como, sobre todo, Una noche en el viejo México, ampliaban sus horizontes por territorios más dramáticos y ásperos, y, sobre todo, mostraban su decidida voluntad de no conformarse con ser un director contaminado por las maneras televisivas e intentar, con aciertos y errores, aplicar un manual de director cinematográfico interesado por sacar el máximo partido a la gran pantalla en cuanto a ritmos, encuadres, movimientos de cámara y dirección de actores se refiere.

Con esa experiencia indudablemente valiosa, Aragón se atreve a volver a la televisión con un género muy complicado que obliga a quienes lo afrontan a un delicado equilibrio de emociones y sensaciones en permanente estado de excepción. Parte de una idea poco original (las partes del cuerpo que cobran vida tras ser trasplantadas a otra persona ya han dado para varias películas desde el clásico de 1935 Las manos de Orlac) y aplica una fórmula que mezcla ingredientes de series como Periodistas y Hospital Central con trazas de novelas de Robin Cook, ese autor de "best sellers" clónicos sobre conspiraciones en el mundo de la medicina. A falta de nueve capítulos para averiguar si Pulsaciones corrige defectos y potencia sus aciertos, su carta de presentación ha dejado una corriente sanguínea fluida y bien realizada (salvo en cierta secuencia en una piscina, excesivamente subrayada, o el accidente en moto) pero con errores de guión que se podrían haber subsanado con mejores asesores en el aspecto hospitalario (un trasplantado que recibe un alta express, el circuito legal de trasplantes que salta por los aires...) o periodístico, con una redacción improbable y unos profesionales anegados en tópicos y frases sentenciosas. Dejemos para otra ocasión la supercasa que tiene el personaje de la reportera Meritxell Calvo (una actriz valiosa que necesita urgentemente ensayar más su personaje). Alternando diálogos incisivos con otros ramplones ("¿Y si hay alguien ahí fuera matando?" "Entonces habrá que esperar a que cometa un error"), Pulsaciones tuvo en su arranque unas arritmias molestas: el personaje de Juan Diego Botto precisaba más desarrollo y el del cirujano que recibe su corazón necesita urgentemente una transfusión de credibilidad que hasta ahora solo ofrece Watling. El diagnóstico, de momento, reservado.

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