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La espuma de las horas

Ciao Luigi, ciao: Tenco y la maldita noche de San Remo

Pronto se cumplirán cincuenta años de la misteriosa muerte del cantautor que quería revolucionar la música italiana

Luigi Tenco.

"E lontano, lontano nel tempo...". La suya era una voz desolada en la década de los sesenta y lo sigue siendo aún ahora. Ahuyentaba las convenciones belcantistas y la ligereza que se habían adueñado de la canción italiana. Un disparo acabó con ella y su desgarro en la fría madrugada del 27 de enero de 1967, en la habitación de un lujoso hotel de San Remo.

Pronto se cumplirán cincuenta años de la muerte de un joven cantautor genovés de 29 años llamado Luigi Tenco, un suceso que todavía hoy sigue arrojando sombras debido a que nadie ha querido o se ha esforzado lo suficientemente en aclararlo y entenderlo. ¿Un suicidio?, ¿un complot?. Los errores en la investigación no han hecho más que consolidar durante todos estos años la creencia de que nunca ha resultado convincente la versión oficial de que se quitó la vida disparándose en la sien con una pistola Walter por sentirse fuertemente decepcionado y después de que su canción "Ciao amore, ciao" fuese excluida de la final del festival de San Remo por un jurado popular. Jamás se hizo una autopsia, ni una prueba de parafina, tampoco existe un sumario de reconocimiento del escenario del crimen. Nadie se explica por qué en las fotos del cadáver se deduce que Tenco se disparó sobre el lado izquierdo del rostro, cuando no era zurdo.

La nota manuscrita atribuida al cantante hallada en la habitación 219 del Hotel Savoy, adonde fue trasladado el cuerpo después de que lo retiraran para que los fotógrafos de los periódicos pudieran recoger las instantáneas, ponía de manifiesto el suicidio: "Hago esto no porque estoy cansado de la vida (todo lo contrario), sino como un acto de protesta en contra del público que manda a la final 'Io tu e le rose'... Ciao, Luigi". Cualquier persona sensible, ayer y también hoy, que escuche "Io tu e le rose", de Orietta Berti, una de las canciones seleccionadas en aquel San Remo, podrá hacerse cargo de la decepción de Tenco. ¿Pero era suficiente contrariedad para que un joven rebelde e iconoclasta, con tanto talento como él, se suicidara? Todos sus amigos y quienes lo conocieron bien, de Gino Paoli al último, siempre han coincidido en que Luigi Tenco amaba demasiado la vida para quitársela por un simple desengaño artístico en medio de la ligereza y la mediocridad melódica del festival italiano. Enseguida se habló de que la pistola le había jugado una mala pasada y que lo que únicamente pretendía era llamar la atención sobre la superficialidad del mundo en que vivía; de una salvaje ruleta rusa, e incluso de la implicación de los servicios secretos en un oscuro asunto en el que Tenco habría estado supuestamente envuelto. En 2005, y debido a la presión popular, un fiscal decidió reabrir el caso para volver a investigar las causas de la muerte que sin embargo ha seguido siendo, al igual que la víctima, un objeto de culto rodeado de interrogantes.

Ciertamente, Tenco tenía un puñado de razones para estar contrariado por la decisión de excluir la canción que había interpretado junto a su esposa Dalida. Para poder presentar "Ciao amore, ciao" se había visto forzado a ceder. El texto inicial más duro y antimilitarista fue cambiado para complacer a la comisión artística que finalmente optó por repescar "La rivoluzioni", de Gianni Petenati, dejando definitivamente fuera a Tenco. Aquel año hubo más de un ilustre eliminado: Marianne Faithfull, Antoine, Milva y Sonny and Cher, entre otros.

La última noche, el cantante había preferido no ir a cenar con Dalida y unos amigos. Se encerró en la habitación del hotel, donde bebió algo de grapa y tomó un calmante. A las 2.10 de la madrugada fue su propia esposa, la cantante franco-italiana quien descubrió el cadáver. Dalida, que también acabaría suicidándose dos décadas después, descartó la decepción como móvil: "Creo que la verdad de esta muerte injusta la saben Dios y esa muchacha que no supo cuan enamorado estaba Luigi de ella".

La muchacha era una actriz de cine y de teatro romana llamada Valeria Ciangottini, musa rubia adolescente y angelical de "La doce vita". Como prueba de aquella relación está la correspondencia que mantuvieron. En una de las cartas, la más reveladora, Tenco confiesa a Valeria que lo único que desea es decirle a Dalida que ella es su único amor... ¿Quién sabe lo que pasó? Chi lo sa?

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