"Todas son obras maestras". Así de expresivo se muestra el director del Museo de Bellas Artes de Asturias, Alfonso Palacio, al definir el conjunto de 26 pinturas, un retablo y dos esculturas que el empresario astur-mexicano Plácido Arango ha donado a la pinacoteca. Un "regalo caído del cielo", como lo define Palacio, que engrandece de manera notable los fondos del gran museo asturiano. Dentro de este conjunto, y aún con la dificultad de elegir entre obras de tanta calidad, se pueden destacar media docena de obras representativas de distintos momentos históricos, que dan idea de la talla del conjunto.

Retablo de la Flagelación de Leonor de Velasco

Retablo de la Flagelación de Leonor de Velasco

Quizás la pieza más relevante de la donación, por la dificultad de encontrar en el mercado del arte un retablo completo y en excelente estado de conservación, como es el caso. Fechado entre 1486 y 1494, Joaquín Yarza asocia el retablo a una donación de Leonor de Velasco, hermana del I Condestable de Castilla, Pedro Fernández de Haro, al convento de las Clarisas en Medina de Pomar (Burgos), del que era madre abadesa. Instalado en origen en la Capilla del Cementerio, el retablo tiene unas dimensiones que causarán un impacto inmediato en las salas del museo: cinco metros de alto por 3,9 de ancho sin contar guardapolvo, bancal y crestería. La autoría de las ocho tablas que componen retablo se atribuye a dos artistas: el Maestro de Oña, Fray Alonso de Zamora, y un segundo pintor del entorno del Maestro de la Visitación.

La temática central de la obra, la flagelación de Cristo, es recurrente en la Historia del Arte pese a que la escena central, la de Jesús atado a una columna mientras es azotado, no aparece como tal en los Evangelios. En esta obra, siguiendo una práctica de la época, la propia donante, Leonor de Velasco, aparece retratada en la escena central, en posición de orante y distinguida con el hábito de su orden.

Piedad

Piedad

Artista de talento y predilección por los temas religiosos, el extremeño Luis de Morales (1510?-1586) fue apodado "El Divino" por Antonio Palomino en su fundamental "El Parnaso Español, pintoresco y laureado". Autor de gran relevancia, Morales ya estaba representado en las colecciones del Museo de Bellas Artes con un fenomenal "San Esteban", datado entre 1555 y 1560. Ahora, esa obra se complementa con esta "Piedad" de altos vuelos y gran calidad, en la que se aprecia el trabajo personal del artista. Esto es: no se trata de una obra de taller, sino de una pieza del propio Morales. Fechada entre 1565 y 1570, la "Piedad" es un óleo sobre tabla cuyas dimensiones son de 68 por 52 centímetros.

El Infante P. Bustos de Lara

El Infante P. Bustos de Lara

Conocido por sus obras de carácter religioso, Francisco de Zurbarán (1598-1664) también se prodigó en el retrato de hombres insignes. Esta imponente obra, un óleo sobre lienzo de casi dos metros de altura por uno de ancho, se inscribe en la serie sobre los Infantes de Lara, realizada por el artista en torno a 1640, en un momento en el que su taller se volcó hacia la producción de retratos debido a la gran demanda que les llegaba desde el Nuevo Mundo. La pieza, que complementa el magnífico "Cristo muerto en la cruz" que llegó a la pinacoteca asturiana desde la colección Masaveu, ya pudo verse en Asturias hace una década, en el marco de la exposición "Una mirada singular".

Buffalo, Señor de Montmartre

El guipuzcoano Ignacio Zuloaga (1870-1945) fue uno de los artistas más destacados y cosmopolitas de cuantos trabajaron en la España de finales del siglo XIX y principios del XX, y probablemente el más refinado entre los que trabajaron el retrato. Muy influenciado por los ambientes culturales parisinos, su paleta evolucionó progresivamente desde un postimpresionismo inicial a unas formas más expresivas, dotadas de rotundidad. Este retrato de Buffalo, un cantante norteamericano, es una obra monumental de 193 por 116 centímetros que conserva un eco de la pintura del Siglo de Oro, especialmente del propio Zurbarán.

El bosque de las maravillas A/T

El "Equipo Crónica", la confluencia de los pintores Manolo Valdés (1942) y Rafael Solbes (1940-1981), aportó una producción capital para el arte español de los últimos años del franquismo y la primera transición. Desde la óptica de la figuración crítica, con una estética propia del arte Pop, Valdés y Solbes firmaron obras clave del arte de su época como "Vallecas Melody" o sus revisiones de piezas clave del pasado como "Las Meninas" o el "Guernica". La obra que llega al Bellas Artes, "El bosque de las maravillas A/T" es una obra capital de la última etapa de su producción, realizada sólo cuatro años antes de la muerte de Solbes. Sus dimensiones son notables: 175 por 275 centímetros.

Escultura sin título

Entre las numerosas aportaciones de la donación de Plácido Arango, es reseñable la presencia de dos esculturas de factura relativamente reciente, en una muestra del interés del museo por captar obras de la segunda mitad del siglo XX y de incorporar piezas escultóricas a sus colecciones. Tanto "Balcony with Two Figures", de Juan Muñoz (1953-2001) como esta escultura de hierro y hormigón pintado de Cristina Iglesias (1956), una rotunda pieza de hierro y hormigón pintado de casi dos metros, son dos obras de fuste de los que probablemente sean los escultores con más prestigio de su generación.