La Sala "Sabadell Herrero" de Oviedo presenta la exposición "Yo quería ser fotógrafo", coproducida por la Fundación Banco Sabadell y la Fundación Foto Colectania, que muestra una aproximación al abanico de prácticas contemporáneas que se dan en el ámbito de la fotografía. Lo hace a partir del día 2 de febrero.

En la era digital, caracterizada por la sobre abundancia y la hiperaccesibilidad a las imágenes, muchos de los autores optan por invalidar su propio estatus de creador. A partir de diferentes herramientas creativas, como el reciclaje, la repetición, el intercambio de imágenes o mediante el simple gesto de copiar, los doce artistas representados en la exposición ponen de relieve cómo los nuevos mecanismos de producción, reproducción y recepción de imágenes afectan a la sociedad actual. Los diez proyectos seleccionados por las comisarias Fannie Escoulen y Anna Planas, plasmados en formato de instalaciones de fotografía, vídeo o libro, vienen a analizar los cambios profundos que se están produciendo en la propia definición de la fotografía.

Los autores

Laurence Aëgerter, Antoine d'Agata, Roger Guaus, Mishka Henner, Jan Hofer & Severin Zaugg, Michael Mandiberg, Doug Rickard, Thomas Ruff, Oliver Sieber & Katja Stuke y Ste?phanie Solinas reflejan una amplia variedad de las prácticas fotográficas actuales. Se trata de acercamientos muy diversos, que bien pueden ser políticos, poéticos o extravagantes, pero que de alguna manera siempre rinden homenaje a la fotografía, a su técnica y a su estética, mostrándonos así los límites cada vez más abiertos de la propia creación.

De este modo, autores como Doug Rickard o Antoine d´Agata extraen sus imágenes directamente de Internet, YouTube o de archivos contemporáneos, mientras que, por su parte, las propuestas de Michael Mandiberg, Thomas Ruff, Mishka Henner o Stéphanie Solinas tienen una conexión directa con los grandes maestros de la historia de la fotografía.

Michael Mandiberg, hace referencia a la obra de Sherrie Levine, pionera del apropiacionismo de los años 80. En su obra After Walker Evans (1979), Levine se aferra a copiar escrupulosamente las reproducciones fotográficas de este autor, poniendo así a prueba las categorías estéticas alrededor de las cuales la obra es constituida. En 2001 Michael Mandiberg escanea las mismas fotografias y crea AfterWalkerEvans.com y AfterSherrieLevine.com. Se trata de una página web que ofrece la posibilidad de descargar e imprimir libremente las reproducciones de las imágenes (en este caso, las fotografías escaneadas de un catálogo), junto con su certificado de autenticidad. Este trabajo de Mandiberg muestra un cambio en el concepto de autoría en plena era digital.

En la misma línea, Mishka Henner se apropia de las 83 imágenes (en la exposición se muestran 50) del clásico libro de Robert Frank, The Americans (publicado en Francia por primera vez en 1958 bajo el título de Les Americains), y elimina gran parte del contenido original, dejando contornos en blanco donde una vez hubo rostros, edificios, paisajes y personas. A través de esta serie, titulada Less Americains, Mishka Henner cuestiona el rol de la fotografía en nuestra cultura, citando una vez más la historia del medio y los iconos americanos. Aquí, la obra histórica se diluye ella misma en favor de una obra contemporánea.

La propuesta de Laurence Aëgerter, Cathédrales, se compone de ocho fotografías que muestran una imagen de la catedral gótica de Bourges extraída de un libro de los años 50 comisionado por el Ministerio de Turismo francés. Laurence reproduce la imagen del libro en su estudio, en intervalos diferentes mostrando así la intervención del sol y la luz en la catedral, en lo que sería un "pequeño monumento al tiempo".

La instalación Fax From the Library de Oliver Sieber y Katja Stuke incluye junto a sus propias fotografías (copias de gran formato en blanco y negro), dos vídeos que muestran imágenes de otros autores, escaneadas de libros de su propia biblioteca personal. En un monitor, el vídeo muestra cómo las imágenes van desapareciendo lentamente a través de una máquina de fax, mientras van reapareciendo impresas en el vídeo que muestra el otro monitor. Mediante un acto de reapropiación, Oliver Sieber y Katja Stuke copian sus propias fotografías -los dos artistas desisten de su autoría- y firman las imágenes juntos.

La exposición presenta también una serie de proyectos que muestran la apropiación de archivos contemporáneos e imágenes encontradas. Es el caso de Antoine d´Agata y Doug Rickard, que coleccionan obsesivamente imágenes documentales de Internet como declaración política, reevaluando de este modo el rol de la fotografía en la actualidad.

La serie Fractal de Antoine d´Agata parte de un libro de artista, realizado a partir de miles de fotografías policiales de prostitutas anónimas arrestadas en los Estados Unidos. Las imágenes fueron recogidas de Internet en 2012 en un momento en el que el autor declaró no poder hacer más fotografías. La lógica de esta serie encaja con la perspectiva de Antoine d´Agata en relación a la naturaleza escondida de la violencia institucional en las sociedades democráticas modernas, que él describe a través de su trabajo como una forma mutante de genocidio económico.

Por su parte, Doug Rickard ha pasado los últimos tres años inmerso en YouTube, mirando vídeos subidos a la red por ciudadanos americanos a través de sus teléfonos móviles. Estos vídeos, que documentan una vertiginosa variedad de actividades, desde lo que podrían parecer actos criminales o semilegales hasta cómicas excentricidades, dieron acceso a Rickard a unos escenarios a los cuales de otra manera difícilmente hubiera podido acceder.

Thomas Ruff, con sus series de Retratos, pone en cuestión la tradición clásica del retrato (remarcada por Sherrie Levine). Como respuesta a los retratos antianónimos de los años 80, Ruff produjo la serie Otros Retratos, utilizando una cámara análoga a la que utilizaba la policía berlinesa durante los años 70 para crear imágenes completas de las descripciones de testigos. De este modo, Ruff hace referencia explícita a la vigilancia policial en la Alemania dividida de las violentas décadas de los años sesenta y setenta.

La artista francesa Stéphanie Solinas deconstruye la identidad de Alphonse Bertillon, inventor de la fotografía de identidad. Con el fin de ofrecer tributo a su protagonista, Solinas genera una problemática en la representación del fotógrafo, y ofrece diversas pistas al visitante (un libro, un vídeo, unas fotografías) para cuestionar la identidad del personaje.

En su caso, los dos jóvenes artistas suizos, Jan Hofer y Severin Zaugg, ceden el control de la imagen a la máquina policial, y el poder al visitante (al coleccionista) para continuar su proyecto. Equipada con radar, cámara, flash y trípode, la policía de Zúrich hace regularmente controles móviles de velocidad. Los artistas descubrieron el potencial de estas fotografías de calles vacías y paisajes urbanos y han puesto estas fotografías a la venta, iniciando de este modo la serie fotográfica. Los coleccionistas y compradores de arte juegan un papel crucial en esta tarea, dado que sólo a través de sus compras, los agentes policiales entregan una nueva fotografía, impresa y declarada pieza fotográfica independiente.

La exposición culmina con el libro de artista de Roger Guaus, que muestra su archivo fotográfico personal mediante un libro de más de 300 páginas, y traslada la cuestión de su propia práctica al visitante. Su sólido título, "Yo quería ser fotógrafo", cuestiona su rol como fotógrafo en el contexto actual y da nombre a esta exposición.