Irene Escolar (Madrid, 1988) es Julieta en "El público", una obra que se representa mañana viernes en el auditorio del Centro Niemeyer (20.30 horas). Actúa bajo la dirección del catalán Álex Rigola. Se confiesa concernida por todo cuanto tiene que ver con el poeta Federico García Lorca. De hecho, protagoniza estos días en Madrid, junto a Will Keen, una lectura dramatizada de los versos más destacados del autor de "Poeta en Nueva York". Escolar pertenece a la sexta generación de una familia de actores que echó a andar a mediados del siglo XIX, los Caba Alba. De todo esto habla por teléfono con LA NUEVA ESPAÑA.

-¿Qué sigue teniendo García Lorca?

-Lo explicó en su momento Lluís Pasqual: Lorca sabe lo que estoy sintiendo y, encima, encuentra las palabras para describirlo. Es así de sencillo y así de difícil.

-¿Qué Lorca es mejor, el poeta o el dramaturgo?

-"El público" no se puede entender sin "Poeta en Nueva York". Son correspondientes. Claro, esta etapa no es la misma que la del "Romancero gitano". Cuando Lorca viaja a Nueva York y a Cuba se libera de su forma particular de escribir literatura, pese a ello, mantiene siempre esas esencias que le habían caracterizado.

-Hablaba antes de Pasqual, el primer director de "El público". Y ahora Rigola.

-Me hizo mucha ilusión que Rigola me llamara. Estaba con Pasqual en Venecia haciendo un taller sobre Lorca. Fue Rigola, me vio y me llamó para hacer el papel de Julieta, que es tan maravilloso que me ha cambiado la vida.

-Vaya dos directores, ¿no le parece?

-No sabría decirle en qué se parecen y en qué se diferencian sus versiones de "El público". Tendrían que ser ellos los que se lo explicaran. Pasqual estrenó a mediados de los ochenta y Rigola, el año pasado. No ha perdido su modernidad, sin embargo.

-¿Y a qué cree que es debido?

-"El público" es una de las obras cumbre del teatro universal. Por la forma en que trata la honestidad del trabajo, por su visión del amor, por la poesía, mucho más alta que en cualquier obra de su época. De lo que habla es de lo que puedo sentir y eso es algo que me sucede ahora y hace un siglo.

-Estrenaron en el teatro de la Abadía de Madrid y ahora vienen al auditorio del Centro Niemeyer. ¿No es demasiado cambio?

-El espacio escénico es fundamental. La Abadía tiene su aquel de lugar sagrado: la cercanía a los espectadores... pero hemos hecho esta obra en auditorios a la italiana, estructuras más clásicas. Lo que sé es que los espectadores están fascinados con el espectáculo.

-Pertenece a una de esas sagas de largo recorrido.

-La sexta generación.

-¿Pesa?

-No pesa. Lo normal en mi familia es que nos dediquemos al teatro. Que mi familia sea la misma que la de Julia, Irene y Emilio Gutiérrez Caba no es un problema, todo lo contrario, es una suerte. Se lo aseguro.