La periodista Patricia Simón presentó ayer en Avilés "La fuerza de los pequeños", un documental que muestra la labor del Centro de Defensa de la Vida y los Derechos Humanos de Açailandia (Brasil), cofundado por la asturiana Carmen Bascarán. El 20 de marzo se proyectará en el Ateneo Obrero de La Calzada, en Gijón.

-¿Cómo entró en contacto con esta historia?

-Hace 12 años tuve la oportunidad de viajar a Açailandia. Allí descubrí la capacidad de transformar la realidad cuando un grupo de personas se une y pone todo su tiempo y talento en ese objetivo. El Centro de Defensa de la Vida y los Derechos Humanos fue cofundado por una mujer de Asturias, Carmen Bascarán, junto a un grupo de jóvenes vinculados con la Teoría de la Liberación, hace 20 años. En uno de los estados más pobres de Açailandia sigue habiendo trabajo esclavo y hace 20 años ni se reconocía su existencia. Una de las aportaciones del documental es que las personas que integran el Centro grabaron su trabajo.

-¿Qué es lo que quedó reflejado en esos documentos?

-Había rumores de que había trabajo esclavo... Cogieron un coche y se adentraron en la Amazonia y descubrió carbonerías, que es donde se transforma la madera en carbón para la siderurgia, con mano de obra esclava. Lo grabaron.

-Dice que sigue habiendo, hoy en día, trabajo esclavo.

-Sí, en las industrias cárnica, azucarera, en el cultivo de soja... Gran parte de la deforestación de la Amazonia brasileña es para plantar soja para su deforestación.

-¿Y hasta ahora no habían visto la luz estas imágenes?

-No, ellos las usaban en sus acciones de sensibilización, pero nunca se había visto en un documental. En estos 20 años, el centro consiguió cambiar leyes estatales para que la erradicación del trabajo esclavo fuera una prioridad nacional, y se convirtió en referente para que las personas sean sujetos de su propia lucha. Más de 13.000 jóvenes se han formado en la defensa de los Derechos Humanos a través del arte y muchos son líderes sociales, abogados... La gran aportación de "La fuerza de los pequeños" es que pueda servir de ejemplo para las personas y movimientos sociales, que vean cómo, con dinámicas vinculadas con el arte, se pueden conseguir hitos como tumbar alcaldías corruptas y conseguir que los jóvenes luchen por los Derechos Humanos.

-Y junto a esas grabaciones históricas, testimonios que recogió usted.

-Unos los recogí hace 12 años. Y luego esos mismos chavales, que entonces eran adolescentes, se han grabado a sí mismos ahora relatando el impacto del centro en sus vidas.

-Es, por tanto, un trabajo de largo recorrido.

-Los responsables del centro tuvieron la clarividencia de grabar sus acciones. Este centro nació sin recursos, luego consiguió apoyo de Manos Unidas y la Agencia Asturiana de Cooperación, pero ya hace una década se convirtió en autónomo, sus fondos provenían del Gobierno de Brasil. Ahora, con la caída del Gobierno de Dilma Rousseff y el ascenso de la oligarquía, se ha cortado todo tipo de apoyo. El nuevo Gobierno de Brasil ha suprimido la Secretaría de Estado de los Derechos Humanos, eso da buena cuenta de sus intenciones. Ahora, vuelven a tener que hacer las cosas sin dinero. En España, la crisis dejó sin fondos a muchos movimientos sociales, esta experiencia nos puede servir para recordar cómo se hacían las luchas sociales sin dinero, y el aprendizaje de que si ellos fueron capaces de hacer esta revolución exponiéndose a ser asesinados, cómo no vamos a poder hacerlo en España, cuando a lo máximo que nos arriesgamos es a invertir nuestro tiempo, talento y esfuerzo.

-Destaque una de las historias con las que entró en contacto para este documental.

-El caso de María Lucia, una chica que llegó al centro siendo una niña. Es negra, absolutamente negra, y lo negaba por el racismo que sufrían las personas negras en Brasil. Y gracias al trabajo en el centro, de reivindicación y orgullo afro, se ha convertido en una lideresa del movimiento "Afrodescendiente", una asociación muy poderosa que reivindica el orgullo de ser negro.

-Presenta el documental a estudiantes de instituto. ¿Qué tal es su reacción?

-Me encanta trabajar con adolescentes, son más permeables al mensaje, se atreven a hacer las preguntas que los adultos no hacemos en voz alta. Tienen una capacidad de empatía mucho mayor que nosotros.