Twitter promete medidas para luchar contra el acoso y el abuso en sus dominios. La red social quiere ser "un lugar más seguro. Defendemos la libertad de expresión y que la gente pueda ver todas las caras de un tema. Esto se pone en peligro cuando el abuso y el acoso ahogan y silencian esas voces. No lo toleraremos y lanzaremos nuevos esfuerzos para detenerlo".

Se han planteado tres cambios a su funcionamiento en la creación de cuentas abusivas, las "búsquedas seguras" y los mensajes ofensivos o de "baja calidad". La compañía pretende identificar a usuarios cuyas cuentas han sido "permanentemente" suspendidas por su mal comportamiento con el fin de impedirles crear otras perfiles con los que seguir dando guerra sucia. También quiere profundizar en lo que llama "búsquedas seguras", con las que se garantizaría la omisión de cualquier mensaje con un contenido "potencialmente delicado" y los que procedan de cuentas bloqueadas o silenciadas. Y, finalmente, identificará las respuestas "potencialmente abusivas" y "de baja calidad" para arrinconarlas más abajo de forma que los mensajes y las conversaciones más relevantes estén primer plano.

Los escépticos no verán grandes avances en estas medidas de Twitter puesto que la actividad siniestra de quienes convierten la red social en una jungla sin ley seguirá ahí. Más escondida a la vista general, pero intacta para quien desee entrar en contacto con ella. Y el intento de identificar a los usuarios que hayan sido suspendidos con anterioridad hará arquear las cejas a más de uno.

Mientras llegan estos parches, en la red social se siguen produciendo a diario casos de hostigamiento digital. La actriz Anabel Alonso acudió a los premios "Goya" con un vestido que no agradó a una tuitera: "Y llegó la gorda que se cree graciosa", fue el penoso comentario. La intérprete no se calló: "Te puede gustar o no cómo voy vestida o cómo me siente el traje pero ser faltona y maleducada está de más". A la "valiente" tuitera, que se esconde bajo un seudónimo le llovieron los comentarios negativos.

Otra víctima fue el actor y director Eduardo Casanova, cuyo esmoquin de color rosa en la noche de los premios alimentó a una jauría de trolls homófobos que vomitaron todo tipo de insultos.