En el Vaticano "hay corrupción", lo acaba de admitir el propio Papa Francisco, quien, no obstante, asegura que él vive "en paz". Así se lo manifestó a un grupo de superiores de órdenes y congregaciones religiosas con los que se reunió hace tres meses y cuya conversación trasciende ahora y fue difundida parcialmente por el periódico italiano "Corriere della Sera". El Papa señaló que en las estructuras de la Iglesia se puede encontrar "una atmósfera mundana y principesca" y añadió que los religiosos "tienen que contribuir a destruir este ambiente nefasto". "Y no hay necesidad de convertirse en cardenales para creerse príncipes. Basta ser clericales. Esto es lo peor en la organización de la Iglesia", aseguró.

Bergoglio no escatimó críticas a las propias estructuras de la Iglesia que encabeza. Según el Papa, para vivir en paz se necesita un poco de "pasotismo", pero "nunca lavarse las manos de los problemas", aunque "sí, en la Iglesia hay muchos Poncios Pilatos que se lavan las manos para estar tranquilos, y un superior que se lava las manos no es padre ni ayuda".

En este encuentro, cuya transcripción completa se publicará en la revista "La Civiltà Cattolica", los frailes y monjas le preguntaron qué pensaba sobre el uso del cilicio, la faja de cerdas o de cadenillas de hierro con puntas, ceñida al cuerpo junto a la carne, que usan algunos católicos para su mortificación.

Bergoglio no rechazó su uso. "Cuando entré en el noviciado de los Jesuitas, me dieron el cilicio. Está bien el cilicio, pero atención: no tiene que ayudarme a demostrar que soy bueno y fuerte. La verdadera ascesis tiene que hacerme más libre", dijo. El encuentro con los religiosos se celebró el pasado 25 de noviembre. En él Francisco explicó a los generales de las órdenes religiosas de la Iglesia católica que en las congregaciones generales previas al cónclave donde resultó elegido Sumo Pontífice "se hablaba de reformas" en la Santa Sede. "Todos las querían. Hay corrupción en el Vaticano. Pero yo vivo en paz", aseguró. Y al punto añadió en tono de broma: "No tomo tranquilizantes".

Francisco indicó a los superiores de las órdenes religiosas que durante su tiempo en Buenos Aires "era más ansioso", pero que tras ser elegido Papa sintió una paz interior que todavía le acompaña. Cuando hay un problema, relató, escribe un mensaje en un papel y lo coloca bajo la estatua de San José durmiente que tiene en su habitación.

"Ahora él (San José) duerme bajo un colchón de mensajes de papel. Por esto yo duermo bien. Duermo seis horas y rezo (...) Esta paz es un regalo del Señor. Espero que no me la quite", afirmó.

A Jorge Bergoglio no le importan las críticas, pues explica "que hace bien que le critiquen a uno" y que "la vida está llena de incomprensiones y de tensiones, y cuando son críticas que sirven a crecer las acepto, respondo".

Admitió que las preguntas más difíciles no las hacen los religiosos, sino los jóvenes, que logran ponerle en aprietos en algunas ocasiones.

También se refirió el Papa a los casos de pederastia protagonizados por religiosos. Francisco comentó que "al parecer dos de cada cuatro abusadores han sufrido abusos, y esto es devastador". Y añadió que "en el caso de que estén implicados curas o religiosos está claro que está presente el diablo, que destroza la obra de Jesús a través de quien la tendría que anunciar", agregó. Sobre la pederastia, Francisco dijo que hay que tener claro que "es una enfermedad" y pidió "atención al recibir a candidatos a la formación religiosa sin verificar su adecuada madurez afectiva".

Por otra parte, el Papa advirtió ayer, jueves, contra las formas de explotación femenina. "Explotar a una mujer es destruir la armonía que Dios ha querido dar al mundo", aseguró durante su homilía en la misa matutina, en la Casa de Santa Marta.

"Cuando falta la mujer, falta la armonía. Solemos decir, hablando, 'ésta es una sociedad con una marcada actitud masculina', ¿no? Falta la mujer. 'Sí, sí: la mujer está para lavar los platos, para hacer...' No, no, no: la mujer está para traer armonía. Sin la mujer no hay armonía".