Una boda es la excusa en los próximos días para realizar una escapada hasta Teruel, la capital de provincia menos poblada de España (35.000 habitantes) y famosa en su día por aquello de "Teruel también existe", que prendió en el imaginario popular hasta el punto de tener copias posteriores en otros lugares que reclamaban atención (y dinero más bien) de las administraciones para sobrevivir y prosperar. Si hay algo famoso en Teruel, amén de su casco histórico, calificado como Patrimonio de la Humanidad y con muchos ejemplos del arte mudéjar, son sus amantes. En este 2017 se cumplen la friolera de 800 años de la boda de Isabel de Segura, que acabó en tragedia: primero, con la muerte de su enamorado Juan Martínez de Marcilla (también llamado Diego, porque los historiadores han estado siglos debatiendo en torno a la historia y aún siguen), y luego con la suya. Hace ya veinte años que en la fría ciudad turolense decidieron que tornasen en fiesta unos hechos tan tristes, y encima que coincidiesen en torno a San Valentín, el día de los enamorados.
Este año las celebraciones ya han comenzado con el debut de una ópera creada para la ocasión por Javier Navarrete: se estrenó el pasado día 8 y se repite cada día, desde hoy hasta el martes, en la iglesia mudéjar de San Pedro, escenario donde se hallaron las momias de los amantes hace unos cuatro siglos. Pero la fiesta de "Las bodas de Isabel de Segura" se prolongarán del 16 al 19 de febrero, con muchas más actividades. La historia de los amantes hay que tenerla aprendida para irse a Teruel y entender de qué va todo. Es la siguiente, de forma resumida: a principios del siglo XIII Isabel era una joven en edad casadera que un día, por el mercado con su padre, se quedó prendada (y él de ella) de Juan Martínez de Marcilla. Pero éste, aunque bien parecido y bueno, no tenía dinero, así que para lograr casarse decidió irse cinco años a la guerra. Prometió volver rico y, por tanto, con capacidad para convencer a sus futuros suegros de llevar a Isabel ante el altar. La cuestión es que regresó algo tarde, justo cuando la joven acababa de ser casada. Defraudado, quizá, le dijo: "Bésame, que, si no, me muero". Ella, fiel a su marido, se negó. Y Juan murió. Llevado a la capilla de la iglesia de San Pedro, hasta allí fue Isabel dispuesta a darle el beso que le había negado. Tan fuerte se lo dio que la joven murió al instante, sobre el cadáver de su amante.
Leyenda, realidad, o lo que sea, ahí empezó todo. Las momias de ambos fueron descubiertas siglos más tarde no sin las citadas controversias entre historiadores; el relato trascendió y ha llegado a la actualidad convertido en una suerte de filón turístico para los turolenses, que han levantado incluso un museo en honor de Isabel y Juan.
La Fundación Amantes de Teruel gestiona el centro, donde se guarda el mausoleo de ambos y además se explica toda la historia. En las calles de la ciudad, durante cuatro días, habrá representaciones teatrales sobre cada uno de los episodios previos a la muerte de la pareja, además de conciertos y una gran feria medieval. Todo queda a tiro de piedra en el pequeño pero rico casco histórico de Teruel, donde no hay que dejar de ver unos cuantos monumentos: la catedral de Santa María, mudéjar; la plaza del Torico y su popular fuente; la torre de la iglesia del Salvador, también mudéjar, y el acueducto de los Arcos.
Aparte de los actores y feriantes, muchos visitantes deciden disfrutar esos cuatro días de "Las bodas de Isabel de Segura" vestidos al estilo medieval, desde la mañana hasta la noche. El programa de actividades es amplio y variado: desde torneos hasta corridas de toros, jornadas gastronómicas, conciertos, mercados... Todo es poco para poner en escena la que llaman "la más hermosa historia de amor jamás contada".
