Mario Viñuela es pianista, "pero más compositor", declara. No frecuenta la escena en su formato de recital, pero lo hará el domingo que viene. Los responsables del Niemeyer le han incluido en el ciclo "Suena la Cúpula", a partir de las 13.00 horas. "Vuelvo a este formato, pero con mis propios temas", declara el artista. Nada de Mozart ni tampoco de Haydn. "Mis temas tienen la duración de una canción pop: dos, tres minutos", declara. "Hace tres años tocamos así en el Festival Arco Atlántico. Lo que presentamos es algo parecido a aquello, pero con muchas piezas nuevas", subraya. Y es natural: no ha parado de componer.

Viñuela aparte de componer, también toca. "No sólo el piano, también la guitarra. Y algo de percusión, pero mi instrumento predilecto es el piano", confiesa. Ha dirigido cortometrajes y videoclips y ha obtenido premios tanto nacionales como internacionales, como en Cartagena de Indias (Colombia) en 2010. Adermás, cuenta con un "Amas" por la banda sonora de "Todo el tiempo del mundo", de José Antonio Quirós, el de "Pídele cuentas al rey". En la TPA se puede ver lo último de Quirós, que también es lo último de Viñuela. "Trabajar en una película o en una serie o en una de teatro supone colaborar con otros creadores y eso sí que me encanta", dice. El año pasado, por ejemplo, compuso la música de "El signo de Caronte", de Néstor F. Dennis y con los actores Rubén Cortada y Melani Olivares, una película que se estrenó en el Festival de Cine de Málaga.

Viñuela tiene muy clara su condición de músico: "Respeto todos los géneros. He formado parte de bandas de rock y de pop. La música es música independientemente del género con que se presente. Los que piensan que la música culta es un arte elevado piensan de manera distinta a mí, pero no olvidemos que la música occidental son doce notas y ya está, que es con lo que nos tenemos que mover", subraya. "Más que de genio, la música es un oficio. Lo que se precisa es trabajo y trabajo", reconoce el compositor asturiano. Viñuela, pues, no es partidario de la pajarita en la escena. El montaje que trae a Avilés será de los de no perderse: no se prodiga demasiado y, cuando lo hace, presenta un programa de mano que sólo tiene su propia mano. Y así está previsto que suceda este domingo. Tras la música habrá un momento para el relajo con cóctel y todo.