La tragedia de "Las golondrinas", que abrió ayer tarde la Temporada de Teatro Lírico de Oviedo, que cuenta con el patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA, conmovió al público del Campoamor. La brillante puesta en escena de esta zarzuela entusiasmó a los asistentes. Los tres principales cantantes -la mezzosoprano Nancy Fabiola Herrera, la soprano Carmen Romeu y el barítono Rodrigo Esteves- fueron intensamente ovacionados.

El argumento de "Las golondrinas" (con música de Usandizaga y libreto de María Lejárraga y Gregorio Martínez Sierra) narra las peripecias de la vida cotidiana de una compañía circense. La propuesta escénica del escenógrafo italiano Giancarlo del Mónaco, hijo del conocidísimo tenor Mario del Mónaco, busca crear un teatro de ensueño, casi idílico; a veces lúgubre, otras lleno de luz, pero que sin duda suprime cualquier acercamiento al mundo y a la música popular que el compositor José Usandizaga planeó. No obstante, en Oviedo ha sido Barbara Staffolani la responsable de preparar las dos funciones programadas en el Campoamor.

El movimiento estético de los personajes está muy cuidado, y ciertamente hay introspección psicológica en ellos. Los gestos y la interacción están muy pensados, Del Mónaco no deja nada al azar, y la trama resulta muy creíble por el contacto que genera entre los personajes que se tocan, se aman, se odian, se matan.

Este título incorpora también un excelente trabajo de vestuario y decorados, capaces de transportar al espectador a ese mundo fantástico que el circo lleva implícito, especialmente en la escena de la pantomima. Los acróbatas sobre el escenario, en un plano secundario, aportaron mucho dinamismo a la acción. Hubo momentos especialmente dramáticos, como por ejemplo la sobrecogedora discusión entre Puk y Cecilia en el primer acto, una escena llena de violencia.

Nancy Fabiola Herrera, sobradamente conocida por los aficionados a la lírica, fue actoralmente una Cecilia orgullosa, altiva y sensual, que demostró entender el personaje a la perfección. Sin duda la sombra del carácter de la "Carmen" de Bizet, que tantos éxitos le ha dado, está aquí presente. Su lucida interpretación despertó un aplauso unánime. A nivel vocal exhibió su timbre de voz carnoso y durante toda la representación su potencia vocal se ajustó al carácter temperamental de Cecilia.

La soprano Carmen Romeu, como Lina, fue brillante en el plano escénico, supo encauzar la enorme transformación que sufre su personaje desde el comienzo de la obra hasta el final. Posee una voz muy impostada en el registro central que mejora en el agudo.

El barítono brasileño Rodrigo Esteves interpretó a Puk, el payaso protagonista. Cuenta con una voz bastante lírica, incluso sorprendente por su solvencia en las notas más agudas, aunque quizá podría haber hecho mayor énfasis en la faceta dramática de su personaje, que aunque solvente hubiera destacado más con una mayor agresividad.

El Juanito de Jorge Rodríguez-Norton cumple en lo que a rigor vocal se refiere, pero sobre todo destaca en la caracterización de Charlot. Felipe Bou tiene un papel discreto, aunque quizá debería cuidar más su proyección vocal.

Óliver Díaz, al frente de la Orquesta Oviedo Filarmonía, ha estudiado la partitura con detalle y sabe sacarle partido. No obstante, hubo momentos en los que el volumen de la orquesta ensombreció el discurso musical sobre el escenario. La propuesta de este director asturiano consigue dibujar las luces y sombras que acompañan a los personajes durante el transcurso de la zarzuela. Su trabajo con esta exigente partitura ha sido correcto, al igual que el de la Capilla Polifónica "Ciudad de Oviedo", que hizo frente a las dificultades de afinación que entraña esta ópera.