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Hablemos en serie

Woody Allen se pierde en la selva de Amazon

"Crisis in six scenes" es una serie deslavazada y aburrida que repite sin gracia muchos clichés del cineasta

Woody Allen, en una escena de la serie.

Alguna mente prodigiosa de los Amazon Studios pensó: necesitamos prestigio ahora que estamos empezando, necesitamos creadores consolidados, necesitamos a alguien como... tic tac tic tac... ¡Woody Allen!

Y le llamaron. Le dieron un cheque en blanco. Y Allen, que en la última etapa de su vida combina proyectos de cierto riesgo con otros meramente alimenticios, no supo, no quiso o no pudo decir que no. La vida en Nueva York es tan cara... Como si de un guión de remiendos (Vicky Cristina Barcelona) se tratara, el hombre que rodó Annie Hall abrió su cajón de ideas, eligió una prevista para un largometraje y la fue engordando con ocurrencias. Pocas tienen gracia. La primera escena de Crisis in six scenes es un buen anticipo de lo que vendrá después: Woody está en una peluquería obsesionado con su aspecto físico (le enseña una foto al peluquero de James Dean a ver si puede parecerse con él haciendo un milagro con sus cuatro pelos en desbandada) y el profesional de la tijera y el peine le reprocha que su último libro es tedioso. Woody (aquí se fusiona con el personaje) le anuncia que está pensando escribir para televisión. Y suena como una disculpa y parece una renuncia en toda regla.

Y qué pena, Woody, qué pena. Una empresa que no sabe qué hacer con sus millones te da todos los medios y carta blanca para hacer lo que te salga de los cajones y haces esto: un producto repetitivo, mal rodado, interpretado con el piloto automático y que en sus seis capítulos cuesta encontrar algo que valga la pena. Allen podía haber arriesgado, hacer algo como Zelig, por ejemplo, pero se sale por los muermos de Úbeda y se retroalimenta con sus propios clichés, reclutando encima a Miley Cyrus (que no está ni bien ni mal, o sea, que no aporta nada) porque alguien le habrá dicho que tiene mucho éxito entre los adolescentes y así quizá atraiga audiencias distintas a las habituales del mundo Woody. Crisis in six scenes es una especie de mala parodia de algunas señas de identidad del cineasta. Hay muchas escenas de matrimonio alrededor de una cama. No falta la visita al médico porque el hipocondriaco protagonista tiene un dolor en un pulgar. La esposa es consejera matrimonial y de vez en cuando se incluye un gag verbal con un matrimonio en crisis. ¿Hay algo en lo que estén de acuerdo?, pregunta a una pareja que es todo divergencia. Les gusta el guacamole a los dos. Jaja, Woody. ¿En serio quieres que nos riamos? Uno de los momentos cumbre (sobre el papel) se produce con la presunta irrupción de un intruso en la casa. Se supone que debe ser el mayor golpe de humor físico junto con el episodio del maletín con salto del tejado incluido pero no se pueden rodar peor.

Cuando al final de la serie el personaje de Woody se conjura para dejar esta "estupidez" de la tele (¡toma el dinero y corre!) es inevitable sentir cierta afinidad con un cineasta atraído por los dólares y (modo ironía off) la posibilidad de probar nuevos caminos creativos. Y se pueden rescatar algunas ideas aisladas ("Soy alérgico al gas lacrimógeno", una buena razón para no ir a las manifestaciones contra la guerra de Vietnam), alguna frase simpática ("Nunca defraudo, solo que no lo declaro todo") o el mejor momento de todos, cuando un policía deja sin multar al frustrado escritor, que se apellida Munsinger, porque le confunde con... J. D. Salinger. Cómo duele. Eso sí que es un sarcasmo cruel digno del Woody Allen que admiramos.

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