Las miserias de la declinante demografía asturiana otorgan al Principado un triste liderazgo en mortalidad. Con sus 13.550 muertes en 2015, a un promedio de 37 al día, con más defunciones por 100.000 habitantes que ninguna otra región española y más decesos en un año que nunca desde la posguerra (1941), Asturias también es campeona de España en fallecimientos por enfermedades circulatorias, respiratorias y tumores y lidera además la tasa de suicidios. Las tres primeras causas, las de mayor frecuencia estadística en España, encuentran en Asturias la proporción más alta del país en el cómputo relativo de casos por cada 100.000 habitantes.

Todas ellas han incrementado su incidencia en la región en 2015, el último año considerado por el recuento divulgado ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), y el orden de prioridad dice que casi un tercio de los muertos de 2015 fallecieron como consecuencia de patologías relacionadas con el aparato circulatorio -sobre todo las cardiacas-, algo más de una cuarta parte por tumores -en este orden de pulmón, colon y páncreas- y cerca de un doce por ciento a causa de afecciones respiratorias. Éstas y las defunciones asociadas a enfermedades mentales, con 1.617 y 843 muertes en 2015, respectivamente, ascienden hasta ubicarse en el nivel más alto de la serie histórica del INE, que arranca en 1980. Tampoco la de las afecciones cardiacas y circulatorias encuentra un valor más elevado desde 2003. Los suicidios han descendido, de 149 a 135 de 2014 a 2015, pero su tasa en términos relativos se mantiene como la más alta de España, casi trece frente a las 11,6 de Galicia y lejos de los 7,7 de la media española.

Es el descenso al detalle de la mortalidad más preocupante de España, los motivos de los 1.297 decesos por 100.000 habitantes registrados en el Principado en 2015 y de la que persiste en ser la tasa más gruesa del país, combinarse con la más menguada natalidad y cocinar la demografía menos próspera del recuento por comunidades autónomas. Por dentro de esa estadística se percibe que las enfermedades circulatorias y respiratorias, los tumores y los trastornos mentales suman algo más de tres cuartas partes de todos los óbitos registrados en la región. A continuación, en casi toda España vienen las enfermedades del sistema nervioso, pero Asturias es una de las escasas excepciones en las que se adelantan los trastornos mentales y del comportamiento.

Los suicidios, 135 en 2015, a una media de once al mes, son el resultado de un descenso de las cifras de los dos años precedentes -149 y 148- y representan el triple que los muertos por accidentes de tráfico (41), pero están por debajo de las 214 personas fallecidas como consecuencia de caídas accidentales, primera causa de lo que el recuento llama "causas externas". Aun así, su tasa relativa da trece por 100.000 habitantes y nadie se aproxima a ella en España.

Es ésta una de las pocas magnitudes asociadas a las causas de las muertes cuya incidencia ha descendido en el periodo considerado, en el que además los tumores toman la delantera y prevalecen cuando se desagregan las muertes de personas menores de cincuenta años. El envejecimiento está detrás del liderazgo asturiano entre las principales causas de muerte, pero no con tanta intensidad como cabría imaginar. La tasa estandarizada de mortalidad, la que se calcula sin tener en cuenta la estructura de la población por edades para corregir su efecto, arrebata a Asturias el primer puesto, aunque mantiene a la región en los puestos de cabeza, por detrás de Andalucía, Murcia y Extremadura y todavía por encima de la media nacional.