Tesla, la empresa de coches eléctricos del magnate tecnológico Elon Musk, vendió el año pasado 76.000 vehículos. Ford, que sigue haciendo coches que se mueven con gasóleo o gasolina, vendió 6,7 millones de unidades. La valoración bursátil de la primera compañía está en 44.000 millones de dólares, aunque en los últimos meses ha seguido perdiendo dinero y tiene poco mercado. La segunda empresa vale 49.999 millones. ¿Cómo es posible? La respuesta está en el potencial de crecimiento. A los accionistas les chifla apostar por forrarse el día de mañana y Musk, ahora mismo, es sinónimo de futuro dorado.

Musk no da un paso atrás ni para tomar impulso. Y a cada uno que da, calienta sus acciones. El martes sin ir más lejos, anunció su intención de fletar con su empresa de cohetes SpaceX el primer viaje turístico a la Luna, ida y vuelta sin aterrizar en nuestro satélite. Fecha: finales del próximo año. Precio del billete, unos 70 millones de dólares por cabeza. Parece que todo lo que dice Musk va a misa y ya hay algunos medios empeñados ya en identificar a los primeros humanos que irán a pasar sus vacaciones a la Luna. Lo único de Musk dijo fue que no eran de Hollywood. Los nombres que suenan, porque ya habían aparecido citados en otros proyectos previos de turismo espacial, son los de Guy Laliberté, cofundador del Cirque du Soleil, o el ejecutivo de Microsoft Charles Simonyi.

Pero no todos creen a Elon Musk a pies juntillas. Medios como la BBC, a través de su corresponsal de Ciencia, Jonathan Amos, ponen en duda la capacidad tecnológica de SpaceX para afrontar este viaje y las aptitudes personales de los turistas espaciales. Citando al astronauta retirado de la NASA Clayton Anderson indicaba que el viaje a la Luna no era como un vuelo entre Washington y Londres "en el que basta saber cómo hay que abrochar el cinturón de seguridad, cómo encontrar la salida de emergencia, cómo poner la mascarilla de aire y cómo usar el baño".

No obstante, Musk apunta en la dirección correcta. Desde 1972, Estados Unidos no ha enviado a nadie al espacio profundo. Y desde 2011, cuando cerró el programa del transbordador espacial, se quedó sin capacidad para lanzar a sus propios astronautas. Ahora SpaceX y Boeing están desarrollando su propias cápsulas espaciales gracias a contratos multimillonarios con la NASA. Y la propia agencia espacial norteamericana ya trabaja para enviar una misión tripulada a Marte en 2030 con un cohete gigante llamado el Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS) y la cápsula Orion. El SLS y esta cápsula volarán juntos en 2018 en un viaje no tripulado alrededor de la Luna. Orion y SLS están programados para volar juntos por primera vez a finales de 2018, en un viaje sin tripulación alrededor de la Luna conocido como Exploration Mission 1 (EM-1). Pero la NASA está considerando poner astronautas en EM-1. Si es así, este lanzamiento se producirá en 2019. Para esa fecha, Musk, con su cápsula "Dragon" de SpaceX y su cohete Falcon Heavy, asegura que ya habrá ganado esta carrera espacial y tendrá de vuelta a sus clientes. Veremos si el mago del futuro lo cumple.