"¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas / en mi pupila tu pupila azul..." ¿Quién no conoce aquellos famosos versos de Bécquer, que hoy en día pueden sonar incluso algo ñoños?

Miles de profesores, filólogos, eruditos, curiosos..., millones de líneas se han destinado a intentar explicar el arte poético de todas las épocas y culturas. Todo el mundo ha diseccionado estrofas en el colegio y en el instituto y aprendido a recitar de memoria palabras que, unidas, se tornaban música para cualquier oído y lucimiento para el ego. Todos entendían lo que era la poesía, se disfrutase o no, todos lo tenían claro hasta que pasados los años llegaba su hijo pequeño y les hacía la referida pregunta. Era entonces cuando se daban cuenta de que no podía ser explicada más que de una forma: leyéndola. No puedes responder a un niño o una niña de seis años diciéndole, como la RAE, que la poesía es la "manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa", no, tomas un libro de la estantería y te sientas a leer con ellos, recitáis juntos y esperáis a que las palabras desencadenen ese mecanismo que atrapa a algunos para siempre. Si alguien no sabe por dónde empezar a transitar el sendero de la emoción rimada y compartida, la editorial Kalandraka presenta dos propuestas cargadas de belleza, acercándonos la obra de dos de nuestros poetas mayores: Miguel Hernández y Federico García Lorca. Del primero, y con motivo del 75 aniversario de su temprana muerte, han apostado por reimprimir la obra que en 2010 se alzó con el tercer Premio Nacional de Edición en la categoría de libro del arte, y es que en "Miguel Hernández. 25 poemas ilustrados", artistas nacionales de renombre como Miguel Calatayud, Ajubel, Elisa Aguilé o Pablo Amargo, entre muchos otros, ponen su poesía visual al servicio de la palabra honda del llamado poeta del pueblo, nacido en Orihuela en 1910. Es una obra profunda y sencilla como lo era su poesía, como son los niños y como también lo era Federico García Lorca quien, también muy joven, murió asesinado seis años antes que Hernández, dejando una obra traducida a casi todos los idiomas del mundo y de la que la misma editorial ha hecho una selección de 12 poemas bellamente ilustrados por Gabriel Pacheco. Por sus páginas discurren composiciones cercanas al mundo infantil, siempre presente en los grandes poetas, como Canción tonta, El lagarto está llorando, La tarara o Escuela, por destacar algunas, que conectan con los más pequeños a través de su sonoridad. El poeta granadino nunca dejó de ser un niño de mirada viva, de ojos asombrados, y regaló al mundo algunos de los versos más inmortales de la lengua castellana; el alicantino, cuyas composiciones se recordarán siempre, murió en la cárcel pensando en su hijo, quien, en aquellos tiempos oscuros, sólo comía pan y cebolla:

"Desperté de ser niño: / nunca despiertes. / Triste llevo la boca: / ríete siempre. / Siempre en la cuna, / defendiendo la risa / pluma por pluma".

Somos partidarios de no destripar la poesía, sino de sentirla, de vivirla y si es en compañía de nuestros pequeños, mucho mejor. Estas ediciones de Kalandraka son una forma bellísima de dar los primeros pasos por un mundo rico en emociones y significados.