Desde su creación en 2006, la formación musical "Acadèmia 1750" ha trabajado en la interpretación y recuperación de música antigua, siempre con criterios de históricos. Su actuación, ayer en sala de cámara del Auditorio de Oviedo, donde interpretaron el oratorio del compositor español José Lidón dedicado a Santa Bárbara, supuso el cierre a la gira por Sevilla, Madrid, Burgos y que concluyó con esta actuación incluida dentro del programa de la "Primavera barroca" ovetense. "Acadèmia 1750" está dirigida por el músico asturiano Aarón Zapico, un director enérgico, entregado, que marca casi cada una de las notas.

Los cuatro cantantes que ayer participaron como solistas fueron el contratenor Carlos Mena, la soprano Eugenia Boix, la mezzo Marta Infante, y el barítono Víctor Cruz. La soprano Eugenia Boix demostró muy buena dicción, especialmente en los recitativos. También mucha facilidad para los agudos. Fue una de las que más gustó al público. Tiene un sonido y un fraseo muy delicados. Las partes virtuosísticas las resolvió de manera muy solvente. Carlos Mena, contratenor, también tuvo arias de bravura con la soprano, y demostró mucha agilidad y potencia. Su dominio de la técnica salió a relucir especialmente en los pasajes de mayor agilidad. Muy limpio en los agudos.

La mezzo, Marta Infante tiene una voz muy profunda, carnosa y oscura. El barítono Víctor Cruz, por su parte, mostró una voz delicada, la supo modular bien y alcanzar por momentos la aspereza que la partitura requería.

En un momento puntual hubo una serie de ruidos procedentes, al parecer, de la cabina de iluminación, algo que resultó molesto para el público y también para los propios artistas pero que se solventó en unos instantes.

Exigente belleza

El oratorio de Lidón que ayer se interpretó en la sala de cámara del Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo es una obra brillante desde el principio. Con arias de auténtica belleza, y muy exigentes para los cuatro solistas. José Lidón, uno de los muchos compositores olvidados por la historia de la música española, estuvo siempre muy vinculado a las instituciones religiosas, y la temática de sus obras deja constancia de ello. La sonoridad del "Oratorio al Iris de paz, la gloriosa Virgen y Mártir Santa Bárbara" de este autor tiene reminiscencias a otras partituras del Mozart más joven y de la música a medio camino entre el Barroco y el Clasicismo.