La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

OVIDIO PARADES | Escritor, publica el diario "Los días raros"

"En 'Los días raros' cuento cosas que nos pasan a todos, somos muy parecidos"

"Con este diario aprendí a valorar los detalles, a vivir el presente, a detener la vida cuando se desborda"

Ovidio Parades. MIKI LÓPEZ

El escritor Ovidio Parades (Oviedo, 1971) ha recorrido ya un largo camino literario pero con "Los días raros" debuta en el género de los diarios. Asegura que nunca -ni en la adolescencia, aquella primavera florecida de cuadernos con llave y candado- había llevado un diario, pero llegó en 2016 un momento de crisis en su vida, marcado por la enfermedad de su madre y la pérdida del trabajo en una librería, que le hizo sentirse "atrapado en una red" y fueron el detonante de una búsqueda literaria en el "día a día", donde, dice, "está todo". El día 4 de mayo, a las 19 horas, lo presentará en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA.

- ¿Qué son los "días raros"?

-Los días raros eran los días en que mi madre y yo no podíamos salir a pasear por culpa de la enfermedad, que es espondilitis anquilosante.

- ¿Por qué inició este diario?

-Sentía la necesidad de escribir todo aquello en el sentido de que contar las cosas te alivia. Aunque estaba contado en primera persona sentí que empezaba a desaparecer y que me disolvía en lo que estaba relatando. De repente me di cuenta de que la protagonista del diario era mi madre. Aquello me agradaba mucho porque desde que cerró la librería salgo a pasear con ella, que lo necesita mucho; y ella piensa que yo le hago el favor, pero es ella la que me lo hace a mí para mantenerme la cabeza en orden.

- ¿Qué aprendió durante la escritura de "Los días raros"?

-En el día a día está todo, ahí se encuentra la materia, la base para lo que quieras. Tú te sientas en un banco, ves pasar a la gente y puedes encontrar cincuenta historias. Con este diario aprendí a valorar la cosas, los detalles y a darme cuenta de que, por mucho que quieras luchar contra los molinos, no tiene mucho sentido. A veces la vida va por un lado y tú vas por otro. Entonces lo que hay que hacer es llegar a una especie de acuerdo para que no se complique demasiado el asunto. Aprendí que hay que vivir el presente, detener la vida cuando se desborda. Cuatro meses después de terminar el diario, a mi madre le dio un infarto. Y entonces te dices: 'Vale, siempre hay para más'. Bueno, afortunadamente ahora mi madre ya está bien, se recuperó.

- ¿Por qué la vida privada del escritor tiene que interesar a los lectores? ¿Un diario es un acto pretencioso?

-Yo creo que no. Mucha gente puede verse reflejada en lo que escribo. Aquí está reflejado el tema de la crisis, el tiempo de espera para el tratamiento de la enfermedad de mi madre... Muchas cosas que cuento nos ocurren a todos. En el fondo todos somos muy parecidos, buscamos las mismas cosas, nos entretienen las mismas, nos rebelamos contra lo mismo.

- ¿Qué le aporta el diario como género?

-Es un género más cercano que la novela. También te da mucha libertad. Puedes contar lo que quieras, cosas muy íntimas o menos. De hecho, durante los seis meses de mi vida que reflejo en el diario pasaron cosas también complicadas que no cuento porque afectan a personas de mi entorno y que no les apetecía que se supieran.

- ¿Un diario es mejor cuanto más impúdico?

-No hay que pasarse, tener ese punto de pudor es bastante importante.

- ¿Fue terapéutico?

-No buscaba hacer terapia. La terapia casi prefiero encontrarla en la lectura. Para escribir hay que encontrar el punto medio, no puedes escribir en el momento de muchísimo bajón. Eso mejor al cajón. Los diarios tienen que ser púdicos. Hay gente que cuenta en sus poemas, yo qué sé, los polvos que echa. Hay que tener cierto pudor para la literatura en general.

Compartir el artículo

stats