Loable intento por hacer ciencia-ficción con presupuestos espartanos aunque bien aprovechados con imaginación, Órbita 9 ofrece un cóctel de ideas ajenas mezclado con indudable habilidad (hay referencias, guiños, homenajes o como se quiera llamar al saqueo creativo, que siempre ha existido y siempre existirá), interpretado con solvencia y realizado por un debutante tras las cámaras en formato largo que merece respeto y atención de cara a próximos proyectos. Con un arranque meritorio donde el elemento estrictamente visual se convierte en una especie de carta credencial o tarjeta de presentación y escenas de acción rodadas con personalidad propia y no imitada, Órbita 9, autolesionada por un tráiler demasiado revelador, sufre los daños evidentes de un romance previsible ( Passengers aún escuece en la memoria) y un giro de ecos shyamalanescos que, en lugar de sorprender, reconduce la película a las vías muertas de lo convencional).