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Devoralibros

Encadenados a la violencia

Sáenz de Urturi vuelve a electrizar a sus lectores en la segunda parte de la trilogía "La ciudad blanca"

Después del exitazo de El silencio de la ciudad blanca, Eva García Sáenz de Urturi vuelve sin apenas dejar tiempo para recuperar el aliento a sus lectores con una segunda entrega que llena de cables de alta tensión una trama bien urdida y de ritmo implacable. Dejemos que sea ella la que plantee el conflicto: "¿Qué tienen en común una atractiva dibujante de cómics, un cínico farmacéutico, un fotógrafo fracasado, un agresivo periodista? y un experto en perfiles criminales mudo? Unos ritos de agua los unen después de veinte años, cuando comienzan a aparecer asesinados mediante el olvidado ritual de la Triple Muerte celta: quemados, ahorcados y sumergidos en un caldero cántabro de la Edad del Hierro. La chocante cadena de suicidios de jóvenes que se adentran en los montes de la cornisa cantábrica y se dejan morir de frío es el punto de partida de una serie de crímenes que van a amenazar directamente a Kraken y la familia que está empeñado en formar".

Se prepara un conflicto explosivo: "Unai López de Ayala -alias Kraken- se convertirá en uno más de la lista de amenazados por el rito celta de la triple muerte -quemado, colgado, ahogado- si es su hijo, y se librará si el hijo que espera Alba es de su primer marido, el asesino que le dejó mudo con una bala en el cerebro".

Y todo empieza a arder: "Ana Belén Liaño, la primera novia de Unai aparece asesinada en el túnel de San Adrián, un lugar transitado desde hace milenios en la frontera entre Álava y Guipúzcoa. Unai y su compañera Estíbaliz descubren que Ana Belén estaba embarazada y que ha sido ejecutada según el antiguo ritual celta de 2.600 años".

Nos remontamos a 1992. "Unai y sus tres mejores amigos -Asier, Jota y Lutxo- pasan el verano como voluntarios en la reconstrucción de un poblado cántabro. Allí conocen a Ana Belén Liaño, una enigmática dibujante de cómics conocida como Annabel Lee, a la que los cuatro consideran su primer amor y a Saúl Tovar, el carismático profesor de historia que supondrá la figura paterna que todos ellos añoran".

Saltamos a 2016. "Kraken debe detener a un asesino que imita los Ritos del Agua en lugares sagrados del País Vasco y Cantabria cuyas víctimas son personas que esperan un hijo. La subcomisaria Díaz de Salvatierra está embarazada, pero sobre la paternidad se cierne una duda de terribles consecuencias. Si Kraken es el padre, se convertirá en uno más de la lista de amenazados por los Ritos del Agua".

Esta segunda entrega de la trilogía de la Ciudad Blanca vuelve a ser, según su autora, "una mezcla de thriller con un poso histórico importante, en este caso se adentra en las huellas que la cultura celta dejó en las tierras del norte de España. Y vuelve a hablar de la paternidad y de la decisión de cada uno de ser un buen o mal padre, independientemente de la mochila con que le haya cargado la vida. Tal y como dice Héctor del Castillo, un personaje recurrente en la mayoría de mis novelas: 'Existe una cadena de violencia que se remonta al Paleolítico'.

"Los ritos del agua", en suma, "es una reflexión acerca de la libertad individual de romper o perpetuar esa cadena". Y, de paso, una propuesta de intriga y remolinos humanos que invita a pasar páginas sin demoras.

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