Cualquiera que haya leído una novela de Marian Keyes sabe, como mínimo, tres cosas: primero, que irá a por sus siguientes obras sin dudarlo; segundo, que es capaz de hacerte sonreír al tiempo que te provoca un escalofrío y, tercero, que te sorprenderás cuando salgas al mundo real buscando y muchas veces detectando los lugares comunes que Keyes ilustra y agrupa con inagotable ingenio y sagacidad. Como escritora prolífica que es, no todas sus novelas brillan a la misma altura, pero cuando está entonada puede regalar joyas como Sushi para principiantes, imprescindible para periodistas de todo tipo y condición que quieran conocer las luces y sombras del oficio. Amor, desamor, depresión, violencia? y también cosméticos, depilaciones, autobronceado, pestañas, uñas, zapatos, moda, frivolidades de andar por casa. Es sabido que "goza" de mala salud. Y eso no se esquiva aquí. Solo Keyes es capaz de convertir sus peripecias con los esmaltes o las cremas en auténticos relatos de suspense.

"He aquí una muestra de hasta dónde llega mi obsesión: cuando fui a Florencia, me hizo mucha más ilusión un tarro de crema de noche de la Profumo-Farmaceutica di Santa Maria Novella que ver el David de Miguel Ángel. En la Farmacéutica, les bastó musitar las palabras 'frailes', 'hierbas medicinales', 'bálsamos' y 'la botica más antigua del mundo' para que cayera en su hechizo".

Mi vida: instrucciones de uso es una vía directa para saber más de Marian (es de esas autoras que invitan al tuteo inmediato). Agrupa artículos de alto componente autobiográfico escritos durante casi una década en revistas y en su web oficial, más otros inéditos. Es Marian Keyes en estado puro y con ella viajamos a Francia, Ulster, Chile, Finlandia, Portugal o Noruega para compartir sus experiencias. También nos cuenta anécdotas de famosos y profundiza en sus manías, adicciones, complejos, obsesiones y, cómo no, en sus momentos más bajos y también en sus subidones. Está claro que todas las novelas de Keyes tienen rastros autobiográficos en mayor o menor medida (vividos o vistos) pero aquí la convivencia con el lector es total, favorecida por el hecho de que no es necesario seguir hilo argumental y se puede entrar en los asombrosos mundos de Marian por donde se quiera.

La introducción no deja lugar a dudas: "Relatos de una idiota que estaba comprando zapatos el día que repartían el manual de la vida". Así se flagela la autora. Con humor. Los artículos se agrupan en secciones como "Amigos y familia", "Mis viajes", "Un año en la vida"... Avisa: "No siguen siempre un orden cronológico; los he organizado de manera que podáis empezar y dejar el libro en el punto que queráis y leáis siguiendo el orden que os apetezca. Podríais incluso empezar por el final, si os van esa clase de retos". Para ayudar a los lectores da una larga lista de personajes, y la corta semblanza de su padre resumen bien el espíritu del libro, capaz de conmover al tiempo que arranca una sonrisa: "Antes era el 'Típico Padre Irlandés'. Con eso quiero decir que era un auténtico cascarrabias que lo primero que decía cuando llegaba a casa del trabajo era: '¡A ver! ¿A quién de vosotros he de gritar primero?'. Pero en los últimos años se ha suavizado. ¿Está bien que diga que padece demencia? Pero por fortuna, tiene una versión agradable gracias a la cual está muy cariñoso y a cada momento pide a Mamá que se case con él".