El linaje común de grandes simios y seres humanos se dividió varios cientos de miles de años antes de lo que se suponía hasta ahora, según un equipo de investigación internacional encabezado por la profesora Madelaine Böhme, del Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente en la Universidad de Tubinga, Alemania, y el profesor Nikolai Spassov, de la Academia de Ciencias de Bulgaria.

Los investigadores estudiaron dos fósiles de 'Graecopithecus freybergi' con métodos de vanguardia y llegaron a la conclusión de que pertenecen a prehumanos. Sus hallazgos, que se detallan en dos artículos publicados este lunes en la revista 'PLOS ONE', indican además que la división del linaje humano se produjo en el Mediterráneo oriental y no, como se supone de costumbre, en África.

Los chimpancés actuales son los parientes vivos más cercanos de los seres humanos y el lugar en el que vivió el último ancestro común del chimpancé y el ser humano es un tema central y altamente debatido en paleoantropología. Los investigadores han asumido hasta ahora que los linajes divergieron hace entre cinco y siete millones de años y que los primeros prehumanos se desarrollaron en África.

Según la teoría del paleoantropólogo francés Yves Coppens de 1994, el cambio climático en África oriental podría haber desempeñado un papel crucial. Ahora, los dos análisis del equipo de investigación de Alemania, Bulgaria, Grecia, Canadá, Francia y Australia esbozan un nuevo escenario para el comienzo de la historia humana.

Evidencias en las piezas dentales

El equipo analizó los dos especímenes conocidos del homínido fósil 'Graecopithecus freybergi': una mandíbula inferior de Grecia y un premolar superior de Bulgaria. Utilizando la tomografía computarizada, visualizaron las estructuras internas de los fósiles y demostraron que las raíces de los premolares están ampliamente fusionadas.

"Mientras que los grandes monos típicamente tienen dos o tres raíces separadas y divergentes, las raíces de 'Graecopithecus' convergen y se funden parcialmente, una característica que es habitual en seres humanos modernos, seres humanos tempranos y varios prehumanos incluyendo 'Ardipithecus' y 'Australopithecus", detalla Böhme.

La mandíbula inferior, apodada 'El Graeco' por los científicos, tiene características adicionales de raíces dentales, lo que sugiere que la especie 'Graecopithecus freybergi' podría pertenecer al linaje prehumano. "Nos sorprendieron nuestros resultados, ya que los prehumanos sólo eran conocidos en el África subsahariana", apunta Jochen Fuss, estudiante de doctorado en Tubinga que realizó esta parte del estudio.

Además, 'Graecopithecus' es varios cientos de miles de años más viejo que el más antiguo potencial prehumano de África, 'Sahelanthropus', procedente de Chad, de hace entre seis a siete millones de años. El equipo de investigación fechó la secuencia sedimentaria de los sitios fósiles de 'Graecopithecus' en Grecia y Bulgaria con métodos físicos y obtuvo una edad casi sincrónica para ambos fósiles: 7,24 y 7,175 millones de años antes del presente.

"Es en el comienzo de la era Messiniense, una edad que termina con la desecación completa del Mar Mediterráneo", dice Böhme. A ello, el profesor David Begun, paleoantropólogo de la Universidad de Toronto, en Canadá, y coautor de este estudio, añade que esta datación les permite "mover la división entre humanos y chimpancés al área mediterránea".Una divergencia impulsada por los cambios ambientales

Al igual que con la teoría de África oriental, la evolución de los prehumanos puede haber sido impulsada por dramáticos cambios ambientales. El equipo dirigido por Böhme demostró que el desierto del Sáhara del Norte de África se originó hace más de 7 millones de años, una conclusión que alcanzó el equipo gracias a análisis geológicos de los sedimentos en los que se encontraron los dos fósiles. Aunque geográficamente distantes del Sáhara, los sedimentos de color rojo son muy finos y pueden clasificarse como polvo del desierto. El análisis de los isótopos de uranio, torio y plomo en partículas de polvo individuales indica una edad de entre 600 y 3.000 millones de años e infiere un origen al norte de África.

Además, el sedimento polvoriento tiene un alto contenido de sales diferentes. "Estos datos documentan por primera vez un desierto del Sáhara de hace 7,2 millones de años, cuyas tormentas del desierto transportaron polvo rojo salado a la costa norte del mar Mediterráneo en su forma de entonces", apuntan los investigadores de Tubinga.

Este proceso también se puede observar hoy en día. Sin embargo, el modelo de los investigadores muestra que, con hasta 250 gramos por metro cuadrado y año, la cantidad de polvo en el pasado supera considerablemente las cargas de polvo recientes en el sur de Europa, comparables a la situación actual en la zona del Sahel en África.

Los investigadores demostraron además que, contemporáneo del desarrollo del Sáhara en el norte de África, se formó un bioma de sabana en Europa. Usando una combinación de nuevas metodologías, estudiaron fragmentos microscópicos de carbón vegetal y partículas de silicato vegetal, llamadas fitolitos.

Muchos de los fitolitos identificados se derivan de las gramíneas y, particularmente, de aquellos que usan la vía metabólica de la fotosíntesis C4, que es común en los pastizales y sabanas tropicales de hoy en día. La proliferación mundial de C4-gramíneas comenzó hace ocho millones de años en el subcontinente indio, pero su presencia en Europa era previamente desconocida.

"El registro del fitolitos proporciona la evidencia de sequías severas y el análisis del carbón de leña indica incendios recurrentes de la vegetación", apunta Böhme. "En resumen, reconstruimos una sabana que encaja con las jirafas, las gacelas, los antílopes y los rinocerontes que se encontraron junto con 'Graecopithecus", añade Spassov.

"La incipiente formación de un desierto en el norte de África hace más de 7 millones de años y la propagación de las sabanas en el sur de Europa puede haber desempeñado un papel central en la división de los linajes humanos y de chimpancés", propone Böhme.