El astrofísico asturiano Alberto Fernández Soto forma parte del equipo que puede haber resuelto uno de los fenómenos más intrigantes de la astronomía moderna: qué hay orbitando en torno a la estrella "Tabby", situada a 1.500 años luz de la Tierra. Su trabajo, que acaban de enviar para publicar en el Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, descarta totalmente la alucinante teoría que hizo famosa a esta estrella: que estuviera parcialmente "envuelta" por una megaestructura alienígena. El trabajo de Fernández Soto y sus compañeros ofrece un modelo mucho más convencional: todo se debe a la presencia de formaciones de asteroides conocidas como "troyanos", que se acoplan a la órbita de un planeta.

En 2015, cuando se analizaban los datos del telescopio espacial Kepler, se encontró que las fluctuaciones de luz que emitía la estrella catalogada como KIC 8462852 eran tan irregulares que no podían corresponderse al paso de un planeta orbitando en torno a ella, al interponerse momentáneamiente entre nuestro punto de observación y la estrella. Lo que hiciera oscurecerse el brillo, lo que ocasionase este "eclipse" irregular de "Tabby", tenía que ser otra cosa. Entre las explicaciones que llegó a barajar la astrónoma Tabetha Suzanne Boyajian, que finalmente dió nombre a la estrella, es que ese oscurecimiento del brillo se debiera a la construcción de una megaestructura alenígena. Era una conjetura descabellada, la misma Tabetha lo reconocía y casi la descartaba, pero la explicación casaba. Eso convirtió a "Tabby" en una "estrella" en el mundo de las estrellas. Los aficionados a la astronomía también se referían a este cuerpo celeste ubicado entre las constelaciones de Cygnus y Lyra como "WTF", que en inglés escondía un juego de palabras. Era "Where's the flux? (¿Dónde esta el flujo (de luz)?) o "What the fuck?", que podría traducirse como: "¿Pero qué coño es?"

¿Qué causaba que el flujo de luz de "Tabby" fuera tan irregular? Además de la teoría de los obreros espaciales, se planteó que todo se debiera a que entre las estrella y nosotros se interpusieran los restos de una hecatombre cósmica, o la presencia de un enjambre de cometas. ¿Qué era? Hace un año, explica Alberto Fernández Soto, a Fernando Ballesteros del Observatorio Astronómico de la Universidad de Valencia se le ocurrió que la culpa podría ser de los troyanos. "Los troyanos son objetos de comparten la órbita de un objeto mayor, pero avanzan por ella en dos grupos que se encuentran 60 grados por delante y por detrás del planeta principal", explica Fernández Soto. Júpiter los tiene. Es decir: lo que provocaría ese oscurecimiento irregular de "Tabby" cuando la observamos sería el paso, primero, de un grupo de troyanos; luego pasaría el planeta y luego el segundo grupo de troyanos.

Fernández Soto subraya que "Tabby" es "un bicho bien extraño", una estrella cuya excepcionalidad llamó la atención entre los 150.000 objetos brillantes que observó entre 2009 y 2013 el telescopio espacial Kepler. No obstante, añade que el modelo elaborado por el equipo de científicos en el que él participa es la explicación más ajustada a los fenómenos que hasta ahora hemos observado en el Universo. Pero constatar que sus cálculos describen realmente lo que hay a 1.500 años luz de nosotros tendrán que seguir observando. Calculan que el periodo orbital del planeta son doce años y esperan que ese tránsito principal se produzca de nuevo en 2023. Este paso del planeta tendría que ir precedido, dos años antes, por los troyanos.

Su modelo decía, además, que en algún momento cercano a marzo de este año habría otra reducción del brillo de "Tabby" cuando el planeta pasara "por detrás" de la estrella. El 19 de mayo pasado, a partir de observaciones realizada desde Canarias, la propia Tabetha Boyajian anunció con un tuit que se estaba produciendo esa caída de flujo.