Con una sonrisa y la misma cercanía que le hizo célebre entre sus alumnos se despidió ayer de la Universidad de Oviedo el filólogo Álvaro Ruiz de la Peña. Una figura de relieve en los estudios de literatura contemporánea y del siglo XVIII, así como en la dignificación desde el ámbito científico de la lengua asturiana.

"Desde mi experiencia, no hay tema ni objeto de estudio que sea aburrido", aseguró Ruiz de la Peña, en el momento central del homenaje que ayer llevó al paraninfo del Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo a decenas de discípulos, colegas, familiares y amigos del filólogo. Un acto revestido con el boato académico, pero dotado también de una simpatía, de una naturalidad, que hizo honor al carácter del homenajeado. Antes de que Ruiz de la Peña tomase la palabra, fueron sus colegas y amigos los que glosaron su figura. José Antonio Gómez, decano de la Facultad de Filosofía y Letras, presentó a Ruiz de la Peña como "un gran conversador" y destacó su fluida pluma, que el filólogo pulió en memorables colaboraciones en prensa. Serafina García, directora del Departamento de Filología Española, destacó su carisma y agradeció la implicación de Ruiz de la Peña con la institución, reflejada hace apenas unos meses cuando, ya jubilado, cubrió de forma desinteresada la baja de un compañero para que los alumnos no sufriesen la ausencia.

Ramón d'Andrés, del Seminario de Filoloxía Asturiana, destacó la condición de "asturianista en el sentido clásico" de su amigo y compañero, así como su altura de miras en la época del "Surdimientu", cuando supo ver desde un primer momento la seriedad y relevancia de aquel movimiento. Y una emocionada Elena de Lorenzo, directora del Instituto Feijoo, y Ramón Maruri, de la Universidad de Cantabria, presentaron el volumen "Estudios escogidos: Homenaje al profesor Álvaro Ruiz de la Peña Solar", editado por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo y que recoge una selección de artículos del filólogo.

Sin claudicar a la emoción, insumiso a la grave seriedad que tan frecuentemente afea los discursos académicos, Ruiz de la Peña reivindicó el sentido del humor, la "risoterapia", y ese enfoque lúdico que le permitió divertirse siempre, en sus investigaciones y en su labor docente.

"Aburrirse en compañía debería estar prohibido por el BOE", señaló el filólogo, que respecto a su faceta investigadora reveló que había afrontado el estudio de cada época y cada tema como "una labor policial". Y, más allá de sus reticencias hacia ciertos usos universitarios, reivindicó la posibilidad que otorga la labor académica de trabar relación con figuras de larga trayectoria, en una "socialización estimulante" que no se da en otros ámbitos. Una práctica que el vicerrector de Extensión Universitaria, Francisco Borge, suscribió con una atinada metáfora: "Todos sudamos en la misma sextaferia".