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Hablemos en serie

De Lucía y el sexo a la hermana Lucía

"Perdóname, Señor" es un refrito de otras series españolas del que sólo se salvan los paisajes

Sería demasiado fácil titular "Perdónala, Señor" una crítica sobre Perdóname, Señor aunque se lo tendría bien merecido porque eso es la serie: facilona, previsible, perezosamente mediocre. Ahora que las series españolas en un alto porcentaje se dedican a trocear productos norteamericanos para fabricar una especie de monstruos de Frankenstein televisivos con cachos de aquí y de allá, Perdóname prefiere el producto nacional y vuelve su mirada depredadora a artefactos caseros para mezclarlos con (táchese lo que se prefiera) desparpajo / descaro / desfachatez. Y, así, el guión aprovecha restos de Mar de plástico, El príncipe o Sin tetas no hay paraíso, con algún préstamo cogido de películas como El Niño.

No tarda mucho la serie en poner sobre aviso al espectador: la secuencia de la playa en la que Paz Vega está tomando el solecito y reconoce a su sobrinito entre los tipos que están recogiendo fardos de droga es tan grotesca que uno se pregunta si realmente va en serio o estamos ante una comedia. Cuando la guardia civil irrumpe en la arena y Vega se queda clavada con el fardo en los brazos la duda queda resuelta: aunque provoque hilaridad, esto va en serio. Ay, señor, señor.

Y entonces vamos averiguando cosas del argumento que ponen los pelos como escarpias. Por ejemplo, que Paz Vega (¿para esto volvemos?), la misma de Lucía y el sexo y Carmen, interpreta a una monja, curiosamente llamada también Lucía, que tuvo un lío años atrás con uno de los que ahora llevan las riendas del crimen en Barbate (precioso lugar, dicho sea de paso). Vega no se cree su personaje así que difícilmente nos lo vamos a creer los demás. Tiene un hermano que es pescador y una cuñada que trabaja en una conservera amenazada por el cierre (toque social, toma nota). Y su sobrino, Rafa, pasea sus ojos matadores por ahí dejando a las chicas derretidas. Y es que lo interpreta Jesús Castro, cuyo talento como actor está aún muy verde. Y eso siendo generosos. También sale Antonio de la Torre, al que su agente debería aconsejar que evitara tanta sobreexposición. Bueno, es una aparición fugaz porque? ¡Quieto ahí, spoiler! (aunque no sé si tiene sentido hablar de spoilers en series tan predecibles). Perdóname, Señor no solo comparte rostros ( Stany Coppet) e ideas de otras series, también maneja una estética similar, como si los rodajes y el montaje estuvieran programados por un software común. Hay algunos actores eficaces por oficio aunque poco pueden hacer con personajes tan esquemáticos. Pero lo peor de todo es que ese mejunje de monjas, narcos, prostitución y jovencitas enamoradas de chicos "malotes" de ojazos penetrantes es muy aburrido y tiene tanta tensión como ponerse a jugar con un "spinner". Sin ser una maravilla, al menos La casa de papel intenta ir un poco más allá en casi todas sus propuestas, aunque a veces meta la pata y se saque de la manga escenas tan ridículas como esa en la que el malvado pero guai Profesor habla dentro de un coche estrujado en un desguace con la mujer policía, que intenta tener una cita con él.

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