Un reciente estudio elaborado por la Universidad de Lund, en Suecia, pone de manifiesto que las medidas defendidas desde los gobiernos puede que no sean las más eficaces para detener el calentamiento global. El informe publicado en la revista "Environmental Research Letters" revela que hacerse vegetariano, evitar los aviones, vivir sin coche o tener un hijo menos son las cuatro acciones que más impacto tienen en la reducción de las emisiones de carbono que provoca cada ciudadano.

El estudio ha analizado los datos de varios países industrializados como Estados Unidos, Canadá o Australia y desvela que los cambios progresivos promocionados desde los gobiernos pueden representar una oportunidad perdida de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a los niveles necesarios para prevenir los 2 grados de calentamiento climático.

Los investigadores han realizado un exhaustivo análisis de diferentes documentos e informes gubernamentales y han cifrado en 2,4 las toneladas de dióxido de carbono (CO2) menos que podríamos reducir al año si abandonamos nuestro coche. Una dieta vegetariana permite un ahorro de 0,8 toneladas anuales. El caso más exagerado sería la reducción en las emisiones que provocaría tener un hijo menos, esta disminución podría suponer hasta 58,6 toneladas por año. Este calculo contabiliza las emisiones futuras de nuestro hijo y su descendientes.

El último caso, evitar los aviones, supone un ahorro de hasta 1,6 toneladas anuales. frente a estas cifras, las medidas más difundidas como el uso de bombillas de bajo consumo no llega a superar los 0,2 toneladas de reducción en las emisiones. Lavar la ropa a mano o con agua fría y reciclar son otras medidas que tienen un impacto moderado en la lucha contra la emisión de gases invernadero.

"Estas acciones tienen mucho más potencial para reducir las emisiones que las estrategias comúnmente promovidas, como el reciclaje integral (que es cuatro veces menos eficaz que una dieta basada en las plantas) o el cambio de bombillas domésticas (ocho veces menos eficaz)", detalla el autor principal de la publicación, Seth Wynes.

Los investigadores también encontraron que ni los manuales escolares canadienses ni los recursos gubernamentales de la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y Australia ponen de relieve estas acciones, centrándose en su lugar en los cambios graduales con un potencial mucho menor de reducir las emisiones.

La coautora del estudio, Kimberly Nicholas, concluye: "Reconocemos que estas son opciones profundamente personales, pero no podemos ignorar el efecto climático que realmente tiene nuestro estilo de vida. Es especialmente importante para los jóvenes que establecen patrones de por vida para ser conscientes de qué opciones tienen el mayor impacto".