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El "Arte degenerado" de Adolf Hitler

Numerosos nazis coleccionaron obras que el dictador despreciaba, afirma la profesora de la Universidad de Oviedo Ana Fernández

El cartel que anunciaba la exposición "Arte degenerado" en Munich.

Hace 80 años, el 19 de julio de 1937, se abrían al público dos exposiciones de pintura en Munich. Una de ellas fue la exhibición de "Arte degenerado" (Entartete Kunst) montada para burlarse y difamar al arte moderno que iba desde el impresionismo hasta el dadaísmo, pasando por el cubismo y el surrealismo. Comprendía 650 obras de 120 artistas que estaban acompañadas con aclaraciones de tono irónico y despectivo sobre la condición social e ideológica del autor.

Las razones por las que para el dictador no eran dignos de ser considerados artistas fueron varias: la falta de respeto a las normas básicas de las Bellas Artes, la ofensa a la religión, la incitación a la lucha de clases, el insulto a las fuerzas armadas, la ausencia de principios morales, la idiotez tomada como modelo intelectual, la cultura judía, y la visión aberrante del arte manifestada en los "ismos".

"La vanguardia era muy internacional y a Hitler lo que le interesaba era volver a un nacionalismo, donde todo lo que se salía de la norma era tildado de peligroso", afirma Ana Fernández, doctora en Historia del Arte y profesora titular de la Universidad de Oviedo.

El principal objetivo de aquella muestra de Munich era que los visitantes viesen en este tipo de pintura realizada por "enfermos mentales", como los calificaban los nazis, una conspiración contra el Gobierno.

Hitler había consolidado esta idea en un congreso del partido sobre la cultura alemana: "La tarea del arte no es dibujar signos de degeneración, sino transmitir la salud y la belleza".

Estos dos últimos aspectos se recogieron en la otra exhibición: la Große deutsche Kunstausstellung (La gran exposición de arte alemán) mostraba las obras alabadas y defendidas por el régimen nazi y en las que se plasmaba la belleza, la fortaleza, la salud, el apego a la tierra y al trabajo y, sobre todo, las tradiciones germánicas que tanto reivindicaba el Tercer Reich. Y es que el propio Hitler se personó en el Museo Haus der Kunst para inaugurar la que creería que sería la "gran" exposición.

Sin embargo, la cosa no fue así. Al contrario de todas las previsiones del dictador la Entartete Kunst fue un éxito que acumulaba filas de personas para poder ver las obras de artistas como Paul Klee, Otto Dix, Kandinski, László Moholy-Nagy, Max Ernst y Marc Chagall. Y aunque los casi dos millones de visitantes tuvieron opiniones dispares y algunos fueron por la curiosidad y el escándalo que suscitaba -la entrada era permitida sólo para mayores de edad- cabía la sospecha de si sería la última vez que se pudieran ver aquellas obras. Los panfletos informaban que todos aquellos cuadros que estaban colocados torcidos y con marcos rotos en las paredes del museo habían sido realizados por los artistas como una maquinación perversa contra los alemanes.

Las obras confiscadas de 32 museos alemanes fueron exhibidas en una muestra itinerante que se realizó en 12 ciudades de Alemania y finalizó en abril de 1941, acumulando gran número de visitantes. Algunas de las obras fueron compradas, otras robadas o quemadas. "Aunque públicamente los seguidores de Hitler rechazaron el 'Arte degenerado', hubo algunos que apreciaban en la intimidad este tipo de arte y se quedaron obras de la exposición para sus propias galerías", comenta Ana Fernández.

Ochenta años después de aquella exposición, un gran número de los artistas que fueron incluidos en ella son hoy reverenciados como los grandes impulsores del arte vanguardista.

Los nazis legalizaron el saqueo en 1938 con una ley que ni los aliados ni la República Federal Alemana anularon tras la guerra, por lo que sigue vigente actualmente.

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