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Devoralibros

Un amor imposible enfrentado al abismo del qué dirán

Sonsoles Ónega relata un romance clandestino en los años treinta

21,90 euros

¿Cuánto hacía que no le hablaban con esa ternura? ¿Cuánto que un hombre no apreciaba su rostro? ¿Cuánto que alguien no se detenía un minuto a observar su inquietud y, como si la sintiera propia, se preocupaba por ella?

Sonsoles Ónega ganó el premio Fernando Lara con su novela Después del amor, la historia de amor basada en hechos reales de una mujer de la alta burguesía barcelonesa encadenada a un matrimonio lóbrego, Carmen Trilla, y el capitán del ejército Federico Escofet, dos personajes que en la década de los años 30 sufrieron el rechazo social del divorcio, los estragos de la guerra y la condena del exilio para poder estar juntos.

La autora confiesa que "no es fácil escribir de un libro que ha estado dentro de ti años y, en cuestión de segundos, en lo que dura la lectura del verdadero nombre que esconde una plica, se convierte en un texto público recorrido por cientos de ojos que descubrirán palabras que habías olvidado o darán un nuevo sentido a escenas en las que apenas reparaste".

No es fácil, recalca Ónega, "porque uno escribe lo que escribe sin saber que algún día tendrá que dar explicaciones por lo escrito".

Ahora que su obra está ya en las librerías se asoma "al abismo del qué dirán, ese pánico del que huyó la protagonista, Carmen Trilla, y contra el que peleó durante los años que duró su amor con Federico Escofet. Su historia forma parte de la trastienda de esa otra Historia -con mayúsculas- que reproducen los libros de textos y hasta las páginas de Wikipedia. Fue la parte de atrás de una biografía pública jamás contada hasta ahora".

Ahí vamos: la quinta novela de Ónega "rescata del olvido el relato de unas hijas que, por razones que aún no tengo del todo claras, quisieron recomponerlo en un acto de reconciliación íntima consigo mismas".

Ónega atraviesa los años de la Segunda República española, "se tiñe de sangre con la Guerra Civil, cruza la frontera del exilio del Treinta y nueve y se sumerge en la Segunda Guerra Mundial como si las fatalidades persiguieran a la pareja. Y son precisamente esas fatalidades las que moldean sus sentimientos y emociones provocando frustraciones y arrepentimientos".

Preguntas que se revuelven en las páginas de la novela: "¿Podemos dirigir nuestro destino? ¿O el destino se impone sin remedio? ¿Tuvo Carmen otra opción? Actuó en consecuencia, pero ¿se equivocó? O quizá sería mejor plantear la pregunta de otra manera: ¿le compensó la decisión?"

"Vivimos una vez. Y no hay ensayos. Estrenamos cada día". Apuntamos la frase. En la novela de Ónega, "los personajes son conscientes de que la vida es así: una sucesión de estrenos sin ensayos previos, capítulos escritos con tinta que no permite ser borrada, un precipicio al que se acercan sin ser conscientes de las consecuencias".

Si Carmen Trilla levantara la cabeza "le gustaría saber que sus hijas entendieron lo que hizo sin necesidad de perdonarla. Entendieron que la mirada del amante contenía todo aquello que un ser humano necesita para ponerse en pie cada mañana: sentirse querido. Carmen lo fue. Tuvo que serlo. Sólo por amor se comenten errores inmensos o verdaderos aciertos. Ningún hombre ni ninguna mujer es capaz de ganarle el pulso al amor. Cuando es amor... Aunque lleve implícita una nómina de dolor que pagan los otros".

Sola.

Casi siempre sola.

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