A Teresa Viejo le fascinan los secretos. De hecho afirma, “no sé si se debe a mi atracción hacia ellos o debido a la complicidad que genero sin darme cuenta que la gente me los cuenta. Animales domésticos es un libro de secretos; de esos que se guardan bajo llave dentro de una pareja y que cuando salen a la luz la revientan en mil pedazos. Los que afectan al centro de tu vida terminan destruyéndola”.

Secretos peligrosos. También es un libro “sobre el morbo porque nadie habla de él, aún sintiéndolo. ¿Por qué se oculta si es connatural al ser humano? No solo el morbo sexual, al que la protagonista, Abigail, se enfrenta según explora su propia sexualidad, sino el morbo por conocer lo prohibido, lo oculto, lo que esconde el otro, su lado más oscuro”.

Le gusta pensar que “el lector se va a interrogar por lo que haría él: ¿es mejor no saber?, y si se empieza a averiguar ¿hasta dónde? ¿Cuándo frenarse? ¿Y qué hacer cuando se conoce algo que le lastima, que lacera la esencia de una relación? ¿Comportarse como si nada? ¿Olvidar? ¿Vengarse? ¿Romper el vínculo? Si alguien sostiene que se puede dar la espalda impunemente a la infidelidad se equivoca porque esta siempre planea sobre una relación. Siempre”.

No tiene la menor duda la autora de Mientras llueva, La memoria del agua y Que el tiempo nos encuentre, de que Abigail es su mejor personaje: “Tan potente que se ha adueñado de mí hasta el punto de que he terminado hablando como ella. Es una superviviente. Ella no solo responde al ataque sin pensárselo dos veces sino que lo emprende usando su perversa imaginación. Se siente tan vulnerable como poderosa y esta actitud resulta contradictoriamente femenina. Su poder reside en saber de los demás lo que estos no se imaginan y no encuentra mejor arma que la información íntima para mover los hilos a su antojo”.

También quería acercarse “al arquetipo de muchas mujeres: triunfadoras en su trabajo y con demasiada pelusa debajo de su alfombra, porque la súper mujer paga un peaje en la vida emocional. Mantener una relación exige tiempo y esfuerzo y muchas mujeres se lamentan de sacrificarla. Como dice ella, ‘¿Cómo hacerlo más si la rutina te agota, y te agotan los mil problemas que pospones (…) y te agota excitarte y la obligación de excitarle a él, y te torturas porque te encuentras tan cansada que el orgasmo no llega y te extenúa darte cuenta que después tendrás que ducharte y entonces dormirás media hora menos?’”.

Alto voltaje de pieles, ciertamente: “Sí, es cierto que las escenas sexuales no tienen ambages. El chiste de que las mujeres vemos películas de cine adulto hasta el final solo para saber si los protagonistas se casan o no, ofende. El sexo es sexo lo relate un hombre o una mujer y lo más interesante pasa por mover la óptica del narrador, algo que hago cada semana pues escribo artículos en interviú con voz masculina o femenina según me nazca. La relación entre los protagonistas, Abigail y Fernando, es de alto voltaje porque a pesar de llevar tiempo casados el sexo representa el lenguaje idóneo: hay personas que hablan mejor desde la piel y en posición horizontal”. La mejor para leer Animales domésticos.